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El hombre, dicen, es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Dos y tres y cuatro... Y las que sean porque, desde mi puntos de vista, tenemos una gran capacidad para olvidar aquello que no nos interesa y engañarnos a nosotros mismos con quimeras.
Hemos pasado nueve años de dura crisis económica, cuyas consecuencias aún sufrimos y seguiremos padeciendo durante años (paro, bajos salarios...), y a un poquito que la situación ha mejorado volvemos a un patrón de comportamiento similar a los años anteriores a la crisis.
El consumo en España empezó a crecer hace ya un año y eso es bueno porque genera actividad, riqueza y empleo. El problema es cuando ese consumo se realiza a crédito y supera con creces las posibilidades de nuestra renta. Entonces tiramos del ahorro, tal y como sucedió antes de la crisis y vuelve a ocurrir ahora, y asoman los viejos fantasmas del pasado.
Con la recuperación los españoles han vuelto a ganar confianza y recurren de nuevo a los créditos al consumo para comprar de todo, incluso aquello de lo que prescindían durante la crisis porque no lo veían necesario. Este tipo de financiación crece por encima del 30% al tiempo que la tasa de ahorro continúa a la baja. En 2008, antes de la crisis, alcanzó su mínimo histórico, al situarse el ahorro de los hogares españoles en el 5,8% de la renta disponible. Durante la crisis, ante el temor al futuro económico y el empeoramiento de las expectativas, alcanzó su máximo, hasta superar el 14%. A lo largo de este año y disipados de alguna manera los miedos ha bajado hasta el 7%.
Tras este recorte está la menor capacidad de ahorro por los salarios más bajos pero sobre todo un mayor gasto para consumir. ¿Estaremos alimentando ya la próxima burbuja?
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