Hoy, 2 de julio, resulta que estamos disfrutando de la fecha 183 de lo que la travesía alrededor del sol emprendida el 1 de enero. Y nos quedan algunas horas y 182 jornadas para entonar la bienvenida a 2023. Dicen los entendidos que justo en el mediodía de este sábado, siendo precisos, estaremos en la mitad precisa de 2022.
Como corresponde a las fechas estivales, abundan, según nos contaron ayer repetidamente las radios y las televisiones, los que pueden disfrutar de merecidas vacaciones.
Un verano más, generalizando por ende, de vacaciones o no, ha llegado el momento en que nos toca hacer números, entre baño playero y cervezas, para ver cómo de llevadera podrá ser la vuelta a las aulas y el retorno a la rutina en general.
Un verano más, nos toca tomar conciencia, esta vez sí que sí, de que nos preocupa la salud y el bienestar. A ver si esta vez ir al gimnasio, en el estreno de septiembre, sirve para algo más que dar satisfacción al contable que le faltan dedos para sumar a todos los que pagan la cuota de inscripción y no vuelven.
En una quincena mal contada es más que probable que los adornos navideños luzcan bien esplendorosos en la conocida tienda sueca. Y hay ya quien anda preocupado por ver cómo sitúa turrones, panetones y botellas de cava en las estanterías. La semana que viene saldrán a la venta los décimos del 22 de diciembre. Y hasta ha anunciado RTVE que este año las campanadas de Nochevieja en Canarias se ofrecerán desde Gáldar, de modo que Lanzarote y La Graciosa, nuevamente, tendrán que esperar para estrenarse como escenario de una cita tan especial que llega a tantos miles de hogares.
El tiempo corre. Cada vez más deprisa. Pero como bien me dijeron ayer mismo tomando café varios queridos amigos; antes, sobre todo, obliguémonos a disfrutar a tope cada instante de este verano. ¿Hace?
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