Pólvora del rey
Habrá que analizar cuando pase la apuesta del Gobierno de Canarias por programar teatro internacional con primeros espadas que requieren una gran inversión
Disparar con pólvora del rey es muy fácil. No afecta al bolsillo propio y si el tiro sale bien, pues perfecto. Que se desvía de ... la diana, pues otra vez será. Se repite y se repite las veces que haga falta. La munición no corre a cargo del que dispara. Aunque en realidad sí que la sufraga, porque esa pólvora que dio lugar a este añejo refrán se costeaba con los impuestos que paga toda la ciudadanía.
Esta realidad puede extrapolarse al presente y a cualquier actividad que tenga que ver con lo público. La cultura no es una excepción. Arriesgar, abrir nuevos caminos, dar pie a las vanguardias y no limitarse a lo que ya se ha hecho o se realiza en el presente siempre debe figurar en la hoja de ruta de los programadores. Pero también deben conocer la realidad del lugar en el que se mueven, las fechas que se eligen, cómo está el sector y si la apuesta encaja dentro de un plan de futuro serio, pensado y desarrollado con luces largas. Vamos, lo que se llama programar con criterio, porque programar no es convertir un contenedor artístico en un cajón de sastre. Ni en un lugar en el que lucirse trayendo montajes que se consiguen tirando de chequera y para pagar lo que distribuye Pilar de Yzaguirre.
Este mes se ejecuta una llamativa apuesta del Gobierno de Canarias por programar montajes escénicos internacionales en Gran Canaria y Tenerife. Trae a primerísimas figuras. Cuando pase habrá mucho que analizar. Y no solo si funcionan en taquilla o no –me da que lo segundo–. No estaría de más preguntarle a los profesionales locales del sector qué opinan para empezar con el análisis.
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