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Navidad radiante. Como acostumbra. Esta tierra es generosa y la climatología también. Gracias a ella somos emporio turístico y soportamos nuestra economía. Antes el 80% estaba empleado en la agricultura, ahora el sector terciario lo domina todo. Hemos mutado, pero siempre ajustados al entorno en el que nos inscribimos. Sol y mar. Si nos sustraen esos espacios naturales nos cambian. Nos hemos hecho y relacionado gracias a ellos.
Con todo, el canario de siempre, sabedor, socarrón, cauto, inhibido, observador, buen oyente hasta que se hace una composición de lugar, se autoafirma y las larga, aconseja ir por la sombrita. Conoce las bondades del sol pero sabe también cuán desaconsejable es la solajera. Nuestros mayores ya decían en las despedidas: «vayan por la sombrita», con todo lo que ello conlleva. Que ya se sabe que la sabiduría popular no moja pero empapa. Y es que los hervores que provoca la solaja no son sanos.
Escuchémoslos, por tanto, y atendamos a sus enseñanzas de cara a este año que empieza. Vayamos por la sombrita. Sirve la lección a título individual, para la economía y también para la política. Protejámonos del inclemente Lorenzo para no chamuscar la piel, para poder seguir disfrutando de ese sol y mar que nos llena de vida. Corrijamos hábitos malsanos y escuchemos a los médicos que nos alertan del crecimiento exponencial de melanomas entre nuestra gente. Hagámosle caso cuando nos instan a protegernos y a evitar una excesiva exposición en las horas centrales del día. El cambio climático que ya está en todas partes también provoca que la radiación sea mayor.
Vayamos por la sombrita y apliquémonos en ofertar nuestro paisaje todo, nuestros valores todos, un destino sostenible para solventar los recelos que crecen entre muchos a volar por la huella contaminante de los aviones. Destino limpio y subyugante que sea ejemplo.
Vayamos por la sombrita, es decir, con cautela, dialogando, aprendiendo, observando. Al golpito, sin prisas, pero sin pausas, que los tiempos no son nada fáciles y son muchas las incertidumbres y pocas las certezas que nos acompañan.
Es verdad que hay demasiadas razones para estar decepcionados, que no fracasados. Y por pedir que no sea, que vayan por la sombrita esos egocéntricos dirigentes que han hecho de la política una farsa, una historia sucia y monótona que se repite y asuman su papel de facilitadores de la vida pública. Y ya puestos, que abjuren del cinismo y la manipulación. Que no olviden tampoco que toda victoria es amarga, por eso, como aconsejaran nuestros mayores, vayan por la sombrita. Nos irá mejor. Feliz 2020.
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