La Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, en la que pasé cinco divertidos años, fue escenario esta semana de un espectáculo bochornoso que merece una reflexión más allá del episodio puntual. Máxime cuando se trata de un centro dedicado al campo de la comunicación, pues lo que allí se vivió fue un
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