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Turbulencias en el pacto

Jueves, 1 de enero 1970

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Casimiro Curbelo le ha tomado cariño al papel de portavoz del Gobierno. Si primero advirtió la falta de liquidez y los recortes que ejecutará el Pacto de las Flores, ahora proclama que la tasa de desempleo en las islas se acercará al 40%. La realidad es que no anda desencaminado. Tiene trienios y basta con repasar las Encuestas de Población Activa publicadas durante la Gran Recesión de 2008 que arrojaron una cifra similar, en torno al 30%. Si la nueva crisis será peor que aquella, pues la tendencia es la que es.

Eso sí, en términos políticos lo relevante es que Curbelo sirve como válvula de escape del Gobierno. Él dice lo que el resto no se atreve a decir en cuanto que saben que implica un indudable coste político. Es más, recordemos que los líderes de los partidos (Ángel Víctor Torres, Román Rodríguez y Noemí Santana) están presentes en el Gabinete y se presume que querrán repetir como candidatos de sus respectivos partidos en 2023. Y para ello se antoja imprescindible superar antes (con audacia e inteligencia) la inmensa quema política que sobreviene. Una prueba de fuego que ostenta el agravante de que difícilmente todos pueden superarla: en una coalición asimétrica no todos ganan a la vez y, guste o no, sí pueden al tiempo perder. Son las reglas que implica el multipartidismo; la dinámica de pactos y los réditos electorales responden a claves muy distintas a las que hemos conocido desde la Transición en el conjunto estatal y en el autogobierno canario. Es otra era, y el coronavirus y la crisis económica vienen a acelerarla.

El Pacto de las Flores está compuesto formalmente por cuatro siglas (PSOE, Nueva Canarias, Podemos y ASG) y, sin embargo, materialmente en un tripartito. ASG va por libre, goza aunque no sufre. Y es por ello por lo que Curbelo (que no es consejero) puede ejercer el rol de altavoz de las malas noticias. Además, por edad y por su ya dilatada trayectoria, no tiene nada que dilapidar. Su vida política ha alcanzado las cotas anheladas y, por ende, hace el trabajo que a los otros, al retratarse ante la opinión pública, les costaría un Perú.

2020 está económicamente perdido. Pedro Sánchez ha apostado por una narrativa bélica a son del coronavirus como mensaje gubernamental. Pero en las guerras el sistema de producción está a tope, se fabrica como nunca y hasta las mujeres y los adolescentes eran reclutados como mano de obra mientras los hombres morían en el campo de batalla. De hecho, fue con la Segunda Guerra Mundial cuando Estados Unidos superó el crac del 29. Esa tónica no tiene nada que ver con la paralización absoluta del tejido productivo. Nos enfrentamos a un universo desconocido, propio más bien del feudalismo o del protocapitalismo. Por fortuna, no será cuestión de siglos. Pero las repercusiones políticas, muchas y variadas, acontecerán sin remedio. La respuesta y el margen de maniobra que se atesore hará viable o no el Pacto de las Flores. Porque a nadie, especialmente a Nueva Canarias, le interesa ser partícipe de un harakiri coral con base a la receta de austeridad mientras son otros los que están en La Moncloa. Y es que, a este paso, la recesión podrá neutralizarse a medio plazo pero sus secuelas sobrevolarán (y de qué manera) la cita electoral de 2023. El electorado tiene emociones y memoria.

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