Tres apuntes para cerrar la semana
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Con lo que ya sabemos, hay que aplaudir la destitución en su día de Taishet FuentesCorrupción, CIS y PSOE. Hay gente que vive en sus mundos particulares y, a base de crear historias, se las acaban creyendo. Empiezo a pensar que José Félix Tezanos es uno de ellos. Cada sondeo del CIS se convierte en objeto de broma o incluso meme y es lo peor que le puede pasar al trabajo de un organismo público. Más allá de las intenciones políticas de cada cual, bastante de responsabilidad en todo eso lo debe tener el propio Tezanos. Ayer, sin ir más lejos, la última entrega de su barómetro demoscópico refleja un aumento de la preocupación por la corrupción, justo en pleno auge del caso Mediador, y, en paralelo, aumenta la ventaja en el voto a favor del Partido Socialista. Si el caso de presunta corrupción tuviese como epicentro al PP, se entendería esa disociación; como es lo contrario, no hay manera de casar un dato con el otro.
Las intensas noches del sobrino Fuentes. Lo único bueno que se puede decir a día de hoy del papel de Taishet Fuentes en el Gobierno de Canarias es que no sigue en él. Cada cual gobierna su vida privada como mejor considere, pero hay comportamientos que son difícilmente compatibles con levantarse en condiciones para acudir a un despacho a resolver asuntos públicos. Y más: cuando esos espacios de la vida íntima pueden ser objeto de chantaje, no queda otra que dejar la gestión pública. Taishet Fuentes debió haber dimitido por una cuestión de responsabilidad. No haciéndolo, hay que aplaudir la destitución. Otra cosa es que sigue la incógnita sobre si se conocía lo que estaba pasando en sus noches y quiénes pagaban las fiestas. Pero sospecho que se acabará sabiendo. La verdad acaba saliendo a flote. En eso también hay similitudes con el iceberg del que hablan los investigadores del caso Mediador.
Cola en la Seguridad Social. La publicación esta semana de la cola que lleva meses formándose a las puertas de la sede de la Seguridad Social, en la capital grancanaria, generó un gran revuelo. Supongo que quienes pasaron por esa misma cola la víspera, el día anterior, la semana precedente y los meses previos se preguntarán por qué su padecer no irritó a los responsables. Aunque sea tarde, bienvenida sea la reacción. Pero eso no quita para preguntarnos por qué es tan difícil encontrar su solución o, al menos, aplicar medidas paliativas. Lo digo, sobre todo, porque el edificio de marras no es precisamente pequeño y no era tan difícil habilitar un espacio dentro para que la cola no fuese la vergüenza que era.
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