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Tres apuntes para cerrar la semana

Del director ·

Brasil también se va a casa y aparecía en todas las quinielas como aspirante a ganar

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 9 de diciembre 2022, 23:20

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Aplauso para Amós García. Se lo merece ahora que deja la presidencia de la Asociación Española de Vacunología y lo hace con el listón muy alto. Casi en las nubes. Tiene todavía más mérito si tenemos presente que estaba en el cargo desde antes de la pandemia. Lo digo porque ahora parece que esto de la importancia de la vacunación nació con la irrupción de la covid-19.

Y lo cierto es que Amós García, como epidemiólogo que es, lleva en la batalla de la vacunación hace décadas. Con la pandemia quizás su gran aportación fue poner serenidad y capacidad de divulgación en momentos extremadamente confusos. Una confusión que derivaba de dos circunstancias: el desafío de enfrentarse a un virus del que casi no se sabía más que su nombre y su número y un alud de desinformación que aprovechaba no solo el miedo y la ignorancia, sino la capacidad de difusión de las nuevas tecnologías.

En esas circunstancias, lo de Amós García fue todavía más meritorio, pues siempre ha estado disponible, al tiempo que ha contribuido a que fuera de las islas se tome conciencia de que las voces autorizadas no solo están en Madrid y Barcelona. Y un último apunte: su popularidad ha tenido una factura importante en lo personal y familiar precisamente porque los negacionistas lo colocaron en el punto de mira. Razón de más para el aplauso por su tesón y resiliencia.

Sorpresas que da el fútbol. Mal de muchos, consuelo de tontos, pero lo cierto es que Brasil también se va a casa y aparecía en todas las quinielas como aspirante a ganar el Mundial de fútbol. O al menos a disputar la final. Cayó ante Croacia, que va camino de impartir un máster sobre cómo es eso de jugar partidos de 120 minutos y superar una tanda de penaltis. El Mundial entra en su recta final y lo hace con emoción y sorpresas, demostrando que el fútbol no es una ciencia exacta y que ser favorito no es garantía de triunfo. Quizás por eso es tan atractivo y emocionante.

La vida y la muerte, en un instante. La tragedia del matrimonio Rodríguez Rodríguez y sus dos hijas en Rumanía ha servido, por un lado, para recordar que esto de la vida tiene un gran problema:se acaba y ese fin puede ser obra de terceros. Y, en paralelo, para dejar constancia, por las reacciones de sus familiares y amigos, del hecho de que eran buena gente. Que la Justicia rumana actúe en consecuencia es lo que toca, aunque no sea consuelo suficiente para los que lloran su pérdida.

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