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Torres y las expectativas

Torres y las expectativas

«La sociedad canaria espera otra cosa, con razón, tras décadas de CC en el poder. Para esto no se hizo el cambio en las urnas. El pulso social tiene sus anhelos y demanda un giro»

Jueves, 1 de enero 1970

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El Gobierno de Ángel Víctor Torres proyecta una imagen de escasez de recursos sobrevenida tanto por la mala planificación del anterior Ejecutivo de Fernando Clavijo y Rosa Dávila como por la desaceleración económica. Lo hace anticipando un panorama sombrío ante el que hay que reaccionar sin dejar pasar agosto porque la situación apremia. Puede pensarse que es una manera de amortiguar las expectativas, de enfriar los ánimos sociales que reclaman al Gabinete del cambio, y que estaríamos ante el tema del relato, tan de moda de un tiempo a esta parte. También cabe concluir que no es así, y que Torres y el resto de consejeros improvisan como buenamente pueden ante el cuadro de mando con el que se han topado a modo de herencia. Si es esto último, es para que se desaten las alarmas. Mantener un discurso de constricción eternamente ni es bueno ni otorga votos con el tiempo.

El Ejecutivo de Torres atravesará el cabo de Hornos este otoño. Si entonces no hay sensación real de cambio, las expectativas se estancarán y comenzará una leve desafección de la ciudadanía que pronto ahondará en la división de los socios del Gobierno: PSOE, Nueva Canarias, Podemos y ASG. Salvo que quieran apuntarse a burócratas y la maquinaria gubernamental opere en la mera gestión. De ser así, ganaría el PSOE (que estaría incluso por ver) y perderían Nueva Canarias, Podemos y ASG. Si a esto le sumamos la posible repetición electoral de las generales, es motivo para inquietarse. Pero quedémonos por ahora en lo más doméstico. Si el aumento o no de medio punto del IGIC a cuenta de la rebaja fiscal de Clavijo pactada con el PP, centrará el debate político en Canarias a partir de septiembre, apaguen la luz y vámonos. La sociedad canaria espera otra cosa, con razón, tras décadas de CC en el poder. Para esto no se hizo el cambio en las urnas. El pulso social tiene sus anhelos y demanda un giro por completo a lo ya conocido. No estamos ante una alternancia en el poder sin más de una siglas a otras sino de un presunto antes y después a una manera de gobernar enquistada desde 1993.

Si el Gobierno se limita en las próximas semanas al balance de cuentas y a puntear posibles recortes o aumento de la presión fiscal, el PSOE en el archipiélago que se vaya olvidando de aquel espíritu del 82 que vendió Torres en la precampaña y Nueva Canarias, Podemos y ASG harían bien es mascullar qué hacer con su parte de la acción de gobierno si quieren sobrevivir en 2023. Y no habrá comparecencias de Julio Pérez después de cada Consejo de Gobierno que lo arreglen. A fin de cuentas, lo que está haciendo Torres y los suyos es entibiar los posibles gubernamentales con un mensaje de reducción de expectativas. Lo mismo que hizo Mariano Rajoy al poco de llegar a La Moncloa. Lo que aún no sabemos es si obedece a una táctica o es fruto del azar. En todo caso, sea lo uno o lo otro, el margen de maniobra se acaba en unos meses. Sin posibilidad de remontar.

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