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Tirar de osadía

Tirar de osadía

40 ANIVERSARIO ·

Si fuimos capaces de hacer un periódico confinados en casa y no dejar de atender las necesidades informativas de nuestros lectores en un momento crítico, no pierdo la esperanza de que podamos seguir avanzando

Rebeca Díaz

Las Palmas de GRan Canaria

Miércoles, 16 de noviembre 2022

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Mi madre siempre decía que el mundo es de los osados. Un mantra al que acudía de forma recurrente cada vez que alguien trataba de echar por tierra lo que su mente creativa y emprendedora trazaba. Entendía que nada es posible si no se intenta y que la voluntad y las ganas son dos herramientas imprescindibles para alcanzar objetivos en la vida, o al menos tratar de lograrlos. Por eso cuando le expresé mi voluntad de estudiar periodismo en Madrid al acabar el instituto no solo no me dijo aquello de que mejor me preparara unas oposiciones, sino que me alentó y allanó el camino para que ese proyecto, que trastocaba mucho la economía familiar, se materializase.

Ya entonces no era fácil conseguir trabajar en lo que habías estudiado. Por eso, aunque mi pretensión siempre fue la de trabajar en un periódico tras acabar en la facultad, porque era el medio que más me interesaba, tenía claro que había que bregar y curtirse en lo que surgiera.

Y eso hice al regresar a la isla durante varios años en actividades vinculadas de uno u otro modo a la comunicación.

Pero en mis ganas de verme en la redacción de un periódico y contar historias no había perdido intensidad y el día en el que entré en la de CANARIAS7 fue especial. Hoy, más de veinte años después, lo tengo tan fresco en la memoria como si hubiera sido ayer,

Recuerdo aquella vieja redacción que aún convivía con la rotativa y en la que la edición digital empezaba a ser una apuesta seria. Años en lo que fui rotando por distintas secciones aprendiendo de una vieja guardia que siempre me tendió la mano pero también de quienes entonces eran una panda de veinteañeros cargados de energía y con mucho por decir.

En estos años son numerosos los cambios que ha experimentado esa redacción. Buena parte de las personas que la conformaban ya no están -aunque los que ahora somos los veteranos las seguimos recordando en las millones de anécdotas a las que recurrimos con frecuencia y con las que en ocasiones 'torturamos' a las nuevas generaciones que se suman al equipo-. También se han transformado las herramientas y el modelo de un negocio que, como resto de actividades, está obligado a adaptarse a las nuevas formas de comunicación y a los nuevos públicos.

Pero esa metamorfosis continua a la que estamos abocados no nos resulta una novedad. La plantilla de profesionales de esta casa siempre ha demostrado su predisposición a afrontar cuantos retos se nos han planteado y no hemos escatimado en horas para conseguirlos. No recuerdo que nunca nos hayamos dormido en los laureles y les aseguro que no sabemos qué significa eso de las zonas de confort porque son numerosas las ocasiones en las que hemos hecho de tripas corazón para cumplir con quienes nos eligen para informarse.

Muchas cosas han cambiado en estos años, es cierto. Lo que permanece inalterable es el compromiso adquirido con un trabajo que sigue teniendo mucho de vocacional -de otra manera no es posible entenderlo- y que creo tiene una importancia determinante en una época en la que resulta complicado escuchar entre tanto ruido.

El valor de una información de calidad cotiza al alza en unos tiempos convulsos pero también la necesidad de seguir asumiendo nuestro compromiso social a la hora de ser altavoz de quienes se sienten ninguneados por quienes han de velar por sus bienestar.

Muchas personas anónimas que dejan a un lado el pudor o la vergüenza y acuden a un medio de comunicación como el nuestro para exponer públicamente sus problemas movidos por la impotencia que genera tocar puertas que nunca se abren. Historias pequeñas que nos acercan a vidas ajenas que explotan la burbuja en la que en ocasiones vivimos y que entiendo como una de las partes más enriquecedoras de este oficio.

Siempre he tenido claro que el futuro es incierto y más aún después de una pandemia mundial como la que nos ha atropellado. Pero si fuimos capaces de hacer un periódico confinados en casa y no dejar de atender las necesidades informativas de nuestros lectores en un momento crítico, no pierdo la esperanza de que podamos seguir avanzando, independientemente del soporte en el que se nos lea. Quizá sea el momento de hacer caso a mi madre y tirar de osadía.

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