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La caída de los dioses. C7
Como si el tiempo pasado no sirviera de lección...

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Voces, palabras ·

Por cierto: muchos de los inspectores -«niños bien, cachorrillos del régimen»- matriculados en escuelas y facultades colaboraban con la Policía Armada para repeler manifestaciones

Nicolás Guerra Aguiar

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 10 de diciembre 2022, 00:23

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Cuando el periodista Ramón Garriga Alemany publicó 'El ocaso de los dioses nazis' explicó en el prólogo que para llegar a rigurosas conclusiones era imprescindible analizar las razones por las cuales triunfó el nacionalsocialismo alemán.

Cita textualmente un párrafo de 'Mein Kampf' ('Mi lucha', 1925), ensayo social de Hitler. Dice así: «No es necesario que el movimiento sea una organización de satisfechos, de hartos, sino que hay que reunir a los que sufren, a los inquietos, los desgraciados y los descontentos». ¿Consecuencia?: ocho años después llegó al poder democráticamente. (Por cierto: el periodista español, falangista, fue jefe de Prensa de la Embajada española en Berlín, 1939 – 1945.)

Durante la década de los veinte, explica, los nazis supieron explotar el herido sentimiento nacionalista (Alemania estaba dominada por los vencedores de la Primera Guerra Mundial), la disparatada crisis económica, la esclavitud a que los obreros de la industria fueron sometidos… Destaca, además, su gran habilidad para encauzar la protesta de agricultores y jóvenes condenados al paro.

Y aunque después de 1933 el programa de recuperación social fue dejado de lado para casi entregar -por segunda vez- el desarrollo económico a la industria pesada, el mensaje había calado en la gran masa. Sobre todo en los jóvenes, insisto: a fin de cuentas estaba en juego su muy oscuro futuro.

Así pues, añado, la idea de la Gran Alemania se identificó con la sanguinaria represión callejera contra comunistas, socialistas, sindicalistas, homosexuales (masculinos, claro), vagabundos, judíos, contrincantes políticos, demócratas… y demás enemigos del régimen nazi. ¿Qué fueron las Juventudes Hitlerianas sino, sencillamente, organizaciones racistas, ultranacionalistas, entrenadas bajo la dirección de militares y cuya divisa era el honor del pueblo alemán?

Sin embargo (quizás Ramón Garriga los da por obvios) no explicó razones o motivos para titular el libro con tal famosísimo nombre pues, obviando la palabra 'nazis', corresponde a una ópera (1876) con música y texto del alemán Richard Wagner. (No obstante, pistas hay: una, la admiración de Hitler por el músico, acaso por su declarado antisemitismo..)

Este título operístico reaparece (1969) en italiano: se trata de una desestructuradora película de Luchino Visconti ('La caduta degli dei'). Muestra las vicisitudes de los Essenbeck, familia alemana propietaria de una fábrica de acero y víctima de las luchas internas del partido nazi. (Las escenas sobre incesto, homosexualidad masculina y pedofilia fueron impactantes para quienes entrábamos en el segundo decenio de nuestra vida, tan ideológicamente alejados del mundo real.)

Para la crítica especializada el apellido Essenbeck se refiere a los Krupp, cuyas fábricas de armas están directamente relacionadas con la historia de Alemania y las guerras europeas desde finales del XIX hasta finales de la Segunda Guerra Mundial, 1945. (El patronímico Krupp aparece en una magistral novela de Pérez Galdós -'La desheredada', 1883-: Rufete, loco recluido en un miserable manicomio madrileño, se cree presidente del Senado en momentos de absoluta enajenación, sobre todo cuando la gota de mercurio -«que se ha salido de la gaveta»- corretea por su cerebro. Y para demostrar tal fantasiosa autoridad, dice: «¿Queréis saber con qué poderes gobierno? Aquí los tenéis: se cargan por la culata. He aquí mis votos: me los ha fabricado Krupp...».)

Pues bien. Tras la serenidad impuesta por la perspectiva histórica resulta de Perogrullo, estimado lector, disimular a estas alturas la verdad: nazis y fascistas colaboraron (dinero, armas, aviación...) con los rebeldes franquistas durante la Guerra Civil española (el bombardeo sobre Guernica fue llevado a cabo -1937- por la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana ya no solo con fines destructivos sino, incluso, como ensayo de aniquilación masiva).

También enseñaron que todo régimen absolutista, dictatorial, autoritario, centralizado en el omnímodo poder de cualquier hombre iluminado necesita de una policía que atemorice a la población en general y a disidentes o demócratas en particular. Así, en Alemania, la Gestapo; los fascistas italianos crearon la OVRA; la Unión Soviética disponía de la NKVD, sección política. Y en España la BIS (Brigada de Investigación Social) formada, mayoritariamente, por hijos de altos mandos del Ejército, la Marina, miembros del sindicato vertical, prohombres de Falange Española… rigurosamente represores con el poder de la violencia y el fanatismo fascista.

(Por cierto: muchos de los inspectores -«niños bien, cachorrillos del régimen»- matriculados en escuelas y facultades colaboraban con la Policía Armada para repeler manifestaciones: algunos alborotadores 'especiales' desaparecían varios días tras su detención. Recuerdo, por ejemplo, la marcha realizada por universitarios laguneros cuando bajaron hasta Santa Cruz por La Cuesta: reclamaban libertad y solidaridad con chóferes y cobradores de TITSA, empresa privada de guaguas interurbanas, encerrados en La Concepción.)

A decenios de la Transición, ¿podría afirmarse que esta España nada tiene que ver con la Alemania inmediatamente anterior al triunfo del nazismo? ¿No llaman la atención las voluntades ciudadanas -limpias elecciones democráticas- representadas en el Congreso de los Diputados y comunidades (Madrid, Castilla – León)? ¿Y la explotación laboral? Un médico residente (R5) gana en España entre 1500-1900 de euros. En Bélgica, 4200. En Suiza, 6000 (consalud.es)… Nuestras facultades públicas los forman, Europa se beneficia. ¿Y la falsa invasión extranjera, tan hábilmente explotada?

La agresividad verbal como estrategia no es novedosa: la extremaderecha de Salvini (Italia) vociferó en el Parlamento (2019) y terminó a la piña limpia con otras señorías («Me avergüenzo por la escena de violencia que han presenciado dos visitas escolares», dijo una diputada). Y en 1933 (Teatro de la Comedia, Madrid) alguien defendió la «dialéctica de los puños y las pistolas».

¿Y la agresividad contra vagabundos?: «Cáritas denuncia el aumento de los actos violentos contra los sintecho» ('El Confidencial'); «Varios jóvenes rociaron con gasolina al hombre que dormía delante de un gimnasio» ('El País'); «Las agresiones físicas contra el colectivo LGTBI se disparan un 70% en 2022» ('elperiódico.es'); «Dos jóvenes agreden a un sintecho y lo cuelgan en las redes sociales» (CANARIAS7).

Ahora bien. Si todo lo que es tiene su razón de ser (acaso podríamos sospecharla), algo está fallando en el normal funcionamiento de una sociedad democrática: ¿serán las aulas?

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