Urgente Retenciones en la capital por un camión de transporte especial escoltado por la Policía Local

Son una minoría, pero están ahí, al acecho, en la oscuridad. Como ratitas escondidas en el fondo de una alcantarilla esperando a que se haga de noche para pasear en soledad.

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Hablo de los negacionistas, los que por edad y deber ya se tendrían que haber vacunado, pero no lo han hecho. Esos son los mejores amigos del virus, y los peores enemigos de la sociedad. Personas que quieren, y de hecho se escudan, en la libertad para no cumplir como ciudadanos. A esta gente, minoría insisto, deberíamos dejarlas fuera de todos lados. Ni en restaurantes, ni en transportes, ni en eventos ni en ningún sitio. Un aislamiento social por irresponsables. Ya han tenido suficiente tiempo, los que por edad deberían estar vacunados e inmunizados.

Medios materiales y humanos se han puesto a su disposición en jornadas maratonianas de vacunación masiva, y miles de estos antivacunas no tuvieron la decencia ni de aparecer.

Sucedió en el Santiago Martín de Tenerife, cuando miles de vacunas Janssen esperaban por miles de brazos para el tramo de edad de 40 a 59 años, donde más irresponsables hay. Mientras, por fuera, numerosos jóvenes permanecían a la espera, por si había suerte, y pedían ser vacunados ya. Los jóvenes, los que más críticas han recibido a lo largo de la pandemia, gritaban desesperados por ser vacunados, mientras los que deberían estar ahí, en esa nueva oportunidad, estarían en alguna playa sentando cátedra sobre el virus.

A falta de vacunación obligatoria para todos, vamos a ponerle difícil a esta gente que pueda hacer algo fuera de casa.

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