Borrar
Directo El PSG remonta la eliminatoria contra diez

Tapar las vergüenzas

«Acaba una legislatura de tribulación política, insólita, inusual, rara, inexplicable, abierta en canal, con cambios sustanciales en los modelos hasta ahora al uso»

Viernes, 17 de julio 2020, 04:51

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Acaba una legislatura de tribulación política, insólita, inusual, rara, inexplicable, abierta en canal, con cambios sustanciales en los modelos hasta ahora al uso. La renovación en las cúpulas políticas es absoluta. Los jóvenes treintañeros han sustituido a las viejas glorias sin apenas darnos cuenta. De Rajoy a Casado, de Rubalcaba a Pedro Sánchez, del desencanto a Pablo Iglesias y Albert Rivera. Hasta un francés podría ser alcalde de Barcelona. Hemos pasado por la primera moción de censura de la historia de la democracia, por el gobierno más breve y por la permanente bronca en todas las plazas.

Tenemos políticos en prisión y un macrojuicio por desobediencia y secesión a políticos independentistas. Una parte de España se quiere marchar y asistimos perplejos a un proceso de secesión. Se abrió el diálogo desde el núcleo mismos del Estado con presos y huidos de la justicia. Tenemos a un traidor de la patria como Puigdemont con un megáfono en el corazón de Europa proclamando que esto no es una democracia. Por puro exotismo tenemos a un presidente, Pedro el guapo, al que le ha dado tiempo de hacer deporte, ponerse gafas a lo Kennedy, ir a conciertos de rock, a bodas y bautizos, a viajar por medio mundo en jet público y a escribir un libro para presumir de su capacidad de resistencia. Todo en ocho meses.

Nos hemos entretenido mucho en la televisión intentando sacar a Franco de su gélida y fría tumba gracias a resucitados franquistas que pasean por los platós y de nostálgicos que miran el devenir con gruesas gafas de pasta, banderitas españolas en las muñecas y escudos de aguiluchos en la solapa.

Ha caído el bipartidismo, -eso dicen todos-, pero han nacido las alianzas de bloques ideológicos que trabajan coordinadas, uno frente a otro dispuestos, también, a la traición por el liderazgo en la piara.

Nos ha llegado el populismo de derechas. Directamente exportado y financiado desde Estados Unidos, ha logrado sacar del armario a toda una tropa de melancólicos dispuestos a recuperar el orgullo patrio. Ya nada es igual en las tertulias. Lo políticamente correcto ha muerto. Ahora se puede despotricar sin complejos contra los inmigrantes, el feminismo, del aborto, de la igualdad de género, de la patria y las banderas, o de las identificación sexual. Esconder la bandera española ya no está de moda. Se exhibe en los balcones y ventanas y es el salto y seña de las manifestaciones. Ya no hay banderas republicanas en Colón.

La calle no es de la izquierda. Renacen de sus cenizas las viejas ideas de Fraga y los agraviados y marginados de su partido triunfan en las encuestas.

Pero algo no ha cambiado de fondo. Los partidos, los nuevos líderes, siguen entendiéndose para esconder sus vergüenzas. No les gusta que se sepa de sus sueldos y privilegios laborales, de sus dietas, viajes y demás prebendas. Suelen ponerse de acuerdo a puerta cerrada, sin que nadie lo sepa, y si se filtra a la prensa, ni se inmutan. Tampoco les gusta que se sepa cómo se financian, de dónde sacan las tajadas para las campañas, ni quiénes son sus benefactores.

Y si algo queda en los ataque de rabia entre partidos, en los momentos de enconamiento, cuando les conviene echan toneladas de cemento, como ocurrió esta semana en el Congreso y el Senado con las comisiones de investigación instadas por el PP contra el PSOE y la del PSOE contra el PP. Un acuerdo entre los dos partidos para echar tierra a ambas comisiones y no usar los trapos sucios de la financiación paralela en la campaña electoral. El martes el PSOE dejó que la comisión que estudia la caja B del PP decayera y el jueves en el Senado el PP no votó el informe de conclusiones de los chanchullos del PSOE a pesar de tener mayoría. Han puesto excusas, pero la realidad es que han hecho un pacto de no agresión sobre las cuestiones que más quieren ocultar, las del dinero que sale de no se sabe dónde para financiar las elecciones.

Descriptivo de cómo siguen funcionando las cosas en esos niveles cuando hace cuatro años hicieron de la transparencia su santo y seña. Claro que aquellos tiempos eran otros. La gente pedía luz y taquígrafo y los políticos echaban millo en su webs exponiendo parte de sus cuentas. Era el tiempo de la corrupción. Ahora vivimos momentos de confusión, de miedo a la inestabilidad, de incertidumbre... y a río revuelto ganancia de pescadores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios