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En ocasiones se escucha que la ciudadanía está cansada de malas noticias y que necesita leer, ver o escuchar historias positivas. Aquí va una lista: es positivo que suba el sueldo mínimo interprofesional, porque, a diferencia de cuando se bajan impuestos, es un dinero que va directamente al consumo. Es positivo que baje el limbo de la dependencia en Canarias y que las islas, por fin, dejen de ser el farolillo rojo de las 17 autonomías en todos los índices del SAAD. También es positivo que se reduzca, como nunca, el abandono escolar en el archipiélago y es positivo que baje el paro en las islas, aunque sigamos dependiendo del monocultivo turístico.

Pero no es suficiente. Los servicios públicos esenciales siguen sufriendo el desmantelamiento continuo, como la gota malaya, poquito a poco hasta casi perecer. Faltan manos en todos ellos y quien sufre las peores consecuencias son las personas más vulnerables. Miles siguen sin recibir las ayudas a la dependencia, otras tantas viven por debajo del umbral de la pobreza. Cientos tienen la calle como única casa y comen gracias a las ONG...

En política, se recurre a la buena gestión como solución para todos los problemas y es lo que empiezan a «vender» las candidaturas de los diferentes colores que se presentarán a las próximas elecciones. Sin embargo, por encima de la gestión, está la decidida voluntad, la apuesta por erradicar la pobreza, por tratar con dignidad a mayores y personas con discapacidad, por apostar por la educación como ese «ascensor social» que tantos titulares copa. En definitiva, la parte de la sociedad que más sufre puede notar que, cuando se trata de ampliar un estadio para un mundial, se hacen las cosas a gran velocidad, y cuando se trata de resolver problemas, nos conformamos con ir poco a poco.

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