El presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, se comprometió ayer en su discurso en el acto institucional del Día de Canarias a «impulsar» y ... ejecutar el cambio que le demanda parte de la sociedad canaria al objeto de preservar estas islas y garantizar el bienestar de sus ciudadanos.
Mientras Clavijo pronunciaba estas palabras decenas de personas en la calle protestaban movidos por la incredulidad, precisamente porque las promesas lanzadas semanas atrás y con motivo de las movilizaciones del 20A para ir en esa dirección se han quedado en meras promesas.
Es cierto que desde el Gobierno de Canarias se han activado distintas mesas de diálogo con cabildos y ayuntamientos para teóricamente avanzar en ese camino pero el mecanismo vuelve a sonar a lo mismo de siempre: vueltas, idas, venida, varias fotos, algún que otro titular de prensa y al final, poco resultado. Pasarán cuatro años y seguiremos igual.
La maquinaría administrativa, la burocracia y la complejidad lo inunda todo cuando la situación actual requiere de agilidad y medidas rápidas. La pobreza sigue extendiéndose en las islas al mismo tiempo que se genera más riqueza.
Para empezar no creo que los alcaldes y presidentes del cabildos, ni siquiera los consejeros del Gobierno, todos ellos vinculados a partidos políticos y con sus propios intereses, sean personas capaces de tomar decisiones en frío que les perjudiquen y resten votos a sus formaciones aunque puedan beneficiar al conjunto de la sociedad. Todo parece orquestado para parecer que la culpa no es de nadie si sale mal o es de todos si sale bie. Así nadie podrá apuntar a ningún partido en concreto. Si todos salen en la foto no habrá dedo que se dirija a nadie.
Los problemas de Canarias se arrastran desde hace muchos años y hasta ahora nadie ha actuado: Es déficit de formación de idiomas, exceso de subsidios y ayudas, burocracia, duplicidad de ventanillas administrativas, ineficiencia pública para gestionar, falta de inspección y controles, comisiones... Para darse cuenta de esto no hace falta ninguna mesa pero sí valentía para atreverse con ello. Eso sí, tras cuatro años la consecuencia sería 'byebye'.
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.