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A cara descubierta

Ayudas para el campo

Silvia Fernández

Periodista

Viernes, 16 de febrero 2024, 11:07

Definitivamente no aprendimos nada de la pandemia. Todas aquellas voces que decían que íbamos a salir reforzados como seres humanos, como colectivo y como sociedad ... se equivocaron, al igual que todos aquellos que consideraron que a partir de la covid se iba a aprender a valorar el trabajo esencial y, hasta vital diría yo, que desarrollan algunos trabajadores en este país y que nos salvaron cuando estábamos encerrados en casa y los supermercados se mantuvieron abastecidos. Entonces fueron clave los transportistas y los agricultores, ganaderos y pescadores de este país, entre otros sectores (hay muchos otros que aunque no aparezcan citados fueron igual de trascendentes), que facilitaron que pudiésemos seguir llenado la nevera en pleno colapso. Entonces volvió a rescatarse el concepto de la soberanía alimentaria y la necesidad de intensificar la producción más próxima, fomentando el empleo, la diversificación y reduciendo la dependencia de los productos que llegan del exterior para ganar autonomía y reducir emisiones.

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Cuatro años después de aquello no queda nada, salvo las buenas palabras impresas en la hemeroteca. El reconocimiento del que gozó el sector primario aquellos meses se olvidó y hoy los agricultores y ganadores tratan de sobrevivir en un entorno muy hostil en el que casi todo son gastos y muy poca ganancia. Cada día hay productores que abandonan la profesión y se reubican en otros sectores como la hostelería ante la baja rentabilidad de sus explotaciones, muchas de ellas sustentadas por unas ayudas europeas próximas a su fin. El suelo se abandona, los pueblos se mueren, el sector primario languidece y su empleo desaparece mientras en nuestras mesas hay cada vez más producto de Marruecos, Brasil, Argentina o Chile, algunos de los cuales se comercializan con desigualdad de condiciones. El sector primario necesita ayuda y hay que dársela por el bien de todos.

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