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Acabamos de estrenar el año 2025 y todos nos hacemos la misma pregunta: qué nos traerá. Vivimos años muy convulsos marcados por la incertidumbre en ... un panorama nada alentador. Las guerras -una bien cerca-, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el ascenso de los populismos, y la polarización política, entre otras cosas, dibujan un panorama complejo que, sin duda, nos va a salpicar.
Si miramos a Canarias la situación es también difícil. Las islas parecen avanzar pero los grandes problemas persisten sin que haya soluciones. El modo canario en la política es una expresión que suena muy bien pero, a pesar del entendimiento que se pueda dar en las islas entre los partidos, las ataduras del Gobierno central y las imposiciones de las organizaciones políticas nacionales a sus filiales regionales coartan las mejoras.
Canarias activó en 2024 cuatro emergencias: la hídrica, la habitacional, la energética y la migratoria. Doce meses después poco o nada ha mejorado. Es cierto que se han convocado concursos para instalar potencia eléctrica, se han cifrado los fondos necesarios para enfrentar la sequía de islas como Tenerife y acabar con los cortes de agua en otras como Fuerteventura y Lanzarote, se ha aprobado un ambicioso decreto de vivienda para sacar casas al mercado y dar respuesta las necesidades de los canarios y se ha tocado a a todas las puertas dentro y fuera de España para enfrentar el fenómeno migratorio pero la triste realidad es que entramos en 2025 con todo por hacer. Y esto por no hablar de pobreza, absentismo, PIB per cápita, paro (que seguimos a la cabeza del Estado), listas de espera, dependencia... ¿Se solventarán en 2025 algunos de estos problemas o se agravarán aún más?
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