Sánchez y el electoralismo catalán
Cataluña ha repercutido en la táctica de Pedro Sánchez. El PSOE debe recuperar la centralidad, retomar la socialdemocracia. Dar prioridad al Estado del Bienestar y la cohesión social que reclama las clases medias y trabajadoras y relegar la cuestión territorial. La plurinacionalidad que abanderaba Sánchez no tiene correspondencia ciudadana. De no ser así, Miquel Iceta hubiera obtenido un resultado mucho mejor y Ciudadanos no hubiera crecido a costa de populares y socialistas. Si el constitucionalismo que habita en Cataluña hubiese apostado por la plurinacionalidad habría votado al PSC de Iceta y no a Inés Arrimadas. Recordemos, el ‘cinturón rojo’ de Barcelona ya es ‘naranja’. Y el PSOE sin el respaldo en las urnas de Cataluña, junto al de Andalucía, nunca ha llegado a La Moncloa.
El PSOE debe pugnar por ser el partido de mayorías sociales que siempre le diferenció. Es decir, no experimentar con fórmulas de posibilidades territoriales que traspasan el federalismo y que chirría a los propios catalanes que no quieren la independencia y que optaron finalmente por Ciudadanos en la cita con las urnas. Este ensayo y error alcanzó su apogeo cuando Iceta dijo que, llegado el momento, habría que brindar indultos a los separatistas. E Iceta fue precisamente uno de los apoyos principales de Sánchez ante Susana Díaz.
El dilema que tendrá Sánchez en 2018, y ya teniendo más cerca los comicios municipales y autonómicos, será si apoyar o no a Mariano Rajoy si es necesario aplicar nuevamente el artículo 155 de la Carta Magna. Porque la realidad catalana está estancada. Y si gobiernan los independentistas, que lo harán, es para ser congruentes con la ruptura unilateral que han llevado a cabo. Solo pararían a cambio de un referéndum pactado con el Estado que nunca será posible porque para empezar es inconstitucional. ¿Entonces qué hará Ferraz?
Rajoy se aferrará al estudio de la reforma constitucional que nunca se materializará. Es la manera de endulzar que el PSOE y Ciudadanos le sigan amparando. Todos en bloque hacia el precipicio electoral. Porque en política hay ocasiones, como la presente, en la que el sentido de Estado no se premia electoralmente. Rajoy hizo lo que entendió que correspondía y su público marchó a Ciudadanos que, a fin de cuentas, tratará de robarle votos tanto al PP como al PSOE a escala nacional. ¿Y qué vende Ciudadanos? Muy sencillo: centralidad. Una centralidad liberal, de desmantelamiento del Estado social y amante del libre mercado, pero coherente con su programa. Y el PSOE cuando ha ganado las elecciones tanto con Felipe González como con José Luis Rodríguez Zapatero ha sido ofreciendo la esencia que distingue al centroizquierda: socialdemocracia. En suma, la plurinacionalidad no es bien recibida. Ni siquiera en Cataluña.