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Rumbo a nuevas elecciones

Rumbo a nuevas elecciones

Jueves, 1 de enero 1970

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Con la convocatoria de nuevas elecciones, el verano ya no será lo que era. Quien esperase un agosto plácido, se confunde. Si no triunfa la sesión de investidura de Pedro Sánchez en unos días, y todo pinta que fracasará, vamos rumbo a una nueva cita con las urnas. Los partidos tienen que prepararse y poner primero al aparato a la confección de las listas tanto al Congreso de los Diputados como al Senado y luego para la movilización social desde la frescura sabedores que el nivel de participación será menor y no habrá ya miedo a la irrupción de Vox. Será una nueva oportunidad para todos salvo para la izquierda que llegará a esta situación porque ha sido incapaz de articular un Gobierno con Sánchez de jefe y Pablo Iglesias de vicepresidente del Ejecutivo.

Íñigo Errejón no descartó ayer lo que ya habíamos apuntado: emerge una nueva formación dentro de la izquierda que le robará votos tanto al PSOE como a Podemos. Una especie de izquierda moderada y con prestigio que supere los compartimentos estancos. Vamos a una competición en el ámbito estatal a tres derechas y a tres izquierdas, más allá de la presencia de los nacionalismos periféricos. Son reglas nuevas para un juego inaudito.

A mayor fragmentación del arco parlamentario más necesaria será la confluencia del nacionalismo canario. Eso sí, CC alude a un relevo generacional que dé carpetazo al clavijismo. Al respecto, Paulino Rivero, ya en retirada, ha sido claro al endosar la responsabilidad de la caída institucional de CC. Pero el horizonte del nacionalismo canario pasa por entenderse de algún modo si quiere despuntar frente a la sopa de siglas en el ámbito nacional. No queda otra. La realidad impera.

Pasado el verano los acontecimientos se acelerarán. Ningún Gobierno tendrá a su disposición un mínimo de estabilidad porque la marea de fondo aquí o en Madrid será notoria. Vamos a un ciclo de pasos cortos donde todo puede cambiar en escasos meses. Porque el multipartidismo ofrecerá pluralidad pero a la vez incertidumbre. ¿Qué será de Sánchez o Pablo Casado de aquí a dos años? Nadie lo sabe. Será apasionante pero los riesgos serán mayores. Y si a esto le sumamos que en vez de pactar las izquierdas entran en la batalla de acabar una con la otra, es querer volver a un bipartidismo que lo tiene difícil. En el PP ya están afilando las armas ante su nueva ocasión. Insisto, en breve todos a trabajar. Los partidos tendrán, otra vez, que poner en marcha la estructura para una campaña electoral intensa donde sobresaldrán los reproches mutuos entre PSOE, Podemos, PP y Ciudadanos. Nada sale gratis. Tampoco en política. Sin embargo, aún Sánchez no lo ha entendido. Se inician las apuestas. Y, pase lo que pase en Madrid, tendrá sus consecuencias en el resto del país. También en Canarias. Asistiremos a una era de guerra política permanente. Muy dura. Sin tregua.

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