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Rivero y el nacionalismo

Jueves, 1 de enero 1970

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Cualquier reaparición pública de Paulino Rivero conlleva preguntarse si tiene pensado volver a la política. Y eso ocurrió ayer con su intervención en el foro de CANARIAS7 donde al instante, conocedor de la situación, negó tajantemente que retornaría. No dejó ni una rendija. Pero quien lleva la política en el espíritu diario, y es su caso, por mucho que lo niegue, cuesta entender que rechace esa opción por el resto de los años. De hecho, hoy por hoy la expectación que pueda generar Rivero va lindada a la posibilidad de que se integrara en NC o el rol a desempeñar en una potencial reunificación del nacionalismo canario.

Esto último es lo decisivo. Porque el horizonte político que sobrevuela es que el nacionalismo canario pintará poco al calor de un sistema de partidos estatal con cuatro formaciones principales (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos). Una tendencia que surgió en 2015 y persistirá. Hasta el punto de que en la próxima legislatura la posibilidad que se barrunta es un bloque de derechas en La Moncloa. PP y Ciudadanos compiten electoralmente entre sí pero a la vez se van a necesitar institucionalmente. Salvo que, puestos a conjuras, Albert Rivera siendo el que más escaños tuviese llame al PSOE para que sea su socio. Eso o, de una vez, populares y socialistas asumen que tampoco una gran coalición a la alemana es para descartar. Con todo, la pujanza de Ciudadanos implica cambios en el tablero político. Y uno de ellos es la debilidad parlamentaria que tendrían CC y NC tanto aquí como en Madrid.

Este reto debería observarlo el nacionalismo isleño en su conjunto. Es decir, que el ciclo de gloria donde el presidente del Gobierno de turno necesitaba el respaldo de los denominados diputados canarios en el Congreso (Rivero lo fue) se puede haber acabado. Y entonces es vital ser fuertes socialmente y capaz de articular temas en la agenda política si quieres que Madrid te atienda. Un desafío que será más complicado cuando precisamente Ciudadanos hace gala de una visión uniforme del Estado y sus poderes. Incluso, ha cuestionado los privilegios fiscales vascos. Si a esto le sumamos que la problemática catalana va para largo, ¿cómo de importante será Canarias para el siguiente inquilino en La Moncloa?

Si CC fuese más integrador con su propio pasado, Rivero fue jefe del Ejecutivo (2007-2015), se antojaría accesible un diálogo fluido entre CC y NC. Ambos saben que no podrán estar muchos cursos sin hablarse, aunque lo trascendente sea que cualquier relanzamiento del nacionalismo canario implica desterrar los usos y costumbres de antaño. Los mismos que han aflorado ahora con motivo del neoinsularismo.

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