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Resistimos y aplaudimos

Resistimos y aplaudimos

«Que los aplausos de hoy no se tornen bofetadas mañana porque el sufrimiento no ha sido compartido»

Jueves, 1 de enero 1970

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Sin saber cómo andamos metidos en la tercera guerra mundial. Las más mundial de todas. Y ahí estamos, resistiendo, con los sacrificios que ello conlleva. A unos más que a otros, todo hay que decirlo.

Intentando menguar primero la curva del mal de ese virus que se expande de uno a otro confín y temiendo la debacle económica que ya empieza y que multiplicará los sufrimientos. La pandemia mata, deseemos que no mucho más, y como no se corrijan con aciertos sus secuelas la bancarrota que sufrirán muchos y el aumento de precariedad a la que se verán abocados demasiados millones también matará. En el 2008, con una posición de bonanza, nos precipitamos al vacío; ahora recaemos sin estar del todo recuperados, y ya nos dicen los mayores, sabios por experiencia, que las recaídas son peores y hay que cuidarse de ellas.

En un mundo que arrastra una profunda crisis de líderes solventes nos encontramos en una situación que requiere un liderazgo sólido. Ojalá se destape alguno. Ojalá se destierren los sectarismos, la politiquería y, todos a una, hagamos causa común. Ojalá las medidas que se anuncian, las multimillonarias partidas que dicen que se destinarán a aliviar los daños, no se pierdan en vericuetos en los que solo unos pocos se beneficien. Ya pasó en 2008. De lo contrario, vencido el Covid-19, gracias al esfuerzo de esos héroes sanitarios que combaten en primera línea, casi desarmados por mor del sinfín de recortes que sufrieron en la crisis reciente, el drama perdurará y la enfermedad de la quiebra social se acentuará.

A la espera de ver cómo se resuelve esta situación, habrá que recordar que los liderazgos se consolidan o averían en función de cómo se gestionan las crisis. Y esta es de órdago. Mientras tanto, resistimos. Pero este precario sistema no puede seguir perpetuándose sobre la inseguridad económica de una inmensa mayoría y el maltrato de lo público.

Si en el 2008, cuando dijeron que iban a refundar el capitalismo y acabar con los paraísos fiscales, nada se hizo; en este 2020 hay que hacer algo. La salud está en juego. Y con la salud no se juega, o no se puede jugar. Resulta increíble que no lo hayan sabido; o sí, seguramente, lo que es mucho peor. Los aplausos diarios de la ciudadanía en todas las casas en agradecimiento a los que se parten la cara por preservarnos la salud debieran considerarse también un aviso. Aunque la enfermedad no haga distingo de clases, el sufrimiento que venga después, que ya está aquí, debe ser compartido y no volver a recaer en los mismos de siempre. Lo dicho, que los aplausos de hoy no se tornen bofetadas mañana. Resistimos.

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