Reír para no llorar

Hay gente que tiene la piel muy fina y hay quien la tiene de cocodrilo. Y luego están los que un día la tienen hipersensible y al siguiente parece el caparazón de una tortuga centenaria. De estos últimos hay unos cuantos en el Partido Socialista.

Me río por no llorar escuchando estos días las quejas de algunos cargos públicos y orgánicos del Partido Socialista Canario ante la situación de los inmigrantes irregulares. Sus palabras van contra la gestión del propio Gobierno central, ese en el que los ministros encargados del asunto migratorio son todos socialistas (Exteriores, Defensa, Interior y Migraciones). De repente parecen haberse dado cuenta de que han convertido el archipiélago en ochos islas-cárcel, con los inmigrantes instalados en unos barracones en los que es evidente que iban a pasar frío si bajaban las temperaturas, como también calor si el termómetro subía. Digo que me río por no llorar porque ese repentino tono crítico aparece, ¡oh casualidad!, cuando en Tenerife se abre un campamento de inmigrantes irregulares. Al que, también ¡oh casualidad!, se traslada a decenas de personas que estaban en Gran Canaria.

Durante los meses en que fue esta isla la que soportó en solitario la vergüenza de Arguineguín o el error, inmenso error, de utilizar durante meses los hoteles para la acogida 'temporal' de inmigrantes, esos mismos socialistas, como otros muchos, estaban mudos. Se habían apuntado entusiastas a la cofradía del silencio y si rompían ese voto de mudez era para salir en defensa del delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana, al que identificaban como uno de los suyos. Es verdad que después, cuando nadie les veía, confesaban que tampoco entendían lo que estaban haciendo los ministerios y lo que dejaban hacer desde la Plaza de la Feria, pero acto seguido se instalaban en el silencio por aquello de la solidaridad de partido... o el miedo.

Quiero pensar que este súbito cambio de posición no tiene que ver con el hecho de que ahora haya inmigrantes en campamentos en Tenerife y que se quejen del trato que reciben. Sospecho que obedece, sobre todo, a que han visto cómo la desastrosa gestión migratoria está siendo aprovechada por Coalición Canaria, que saca pecho con cada metedura de pata de los ministros y con cada día en que la Delegación del Gobierno sigue ocupada por Pestana.