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Rajoy olvida a Soria y pregunta por Román

Jueves, 1 de enero 1970

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A pesar de su aparente torpeza, Rajoy es un hombre que repara mucho en los detalles. El PP de Canarias merecía su apoyo y el presidente del Gobierno no ha dudado en plantarse en los congresos insulares de Gran Canaria y Tenerife para consagrar al nuevo equipo capitaneado por Asier Antona. Un auténtico espaldarazo al líder del PP y a sus dos directos colaboradores, María Australia Navarro y Manuel Domínguez. Una forma de reforzar la organización frente a los que desde dentro del partido han cuestionado al nuevo equipo en el proceso electoral. Rajoy también ha querido resaltar el papel del partido, sacrificado y marginado por el protagonismo de CC en sus relaciones con el Gobierno de Madrid y en las negociaciones de los Presupuestos Generales del Estado.

A fin de cuentas Antona ha tenido que contener y sacrificar todos sus objetivos políticos en Canarias en función de los intereses de Rajoy. No ha podido entrar en el Gobierno de Canarias para no enervar los acuerdos de Rajoy con CC y con el PSOE, ni lo ha podido hacer después al cruzarse, también en las negociaciones, Nueva Canarias, y en menor medida con Ciudadanos, que tampoco está por la labor de otorgar a los nacionalistas la estabilidad que están solicitando. Una situación que Rajoy tampoco ha aclarado en su visita a las Islas y que seguirá pendiente de lo que ocurra en Madrid, con los Presupuestos Generales del Estado y con las primarias del PSOE.

La situación del PP en Canarias es comprometida e incómoda. No sólo no puede tomar decisiones sobre su futuro y articular cómo quiere presentarse a sus electores, sino que tiene que recurrir a la ambigüedad política para unas veces hacer de oposición al Gobierno y otras de apoyo para sacarle las castañas del fuego. Por un lado trata de aparecer como modulador de CC pero por otro está obligado a proteger al Ejecutivo canario en el Parlamento, lo que desgasta enormemente su posición mientras los nacionalistas refuerzan la suya, al advertir que no existe alternativa a su soledad. La presencia de Rajoy en Canarias este fin de semana nada tiene que ver con ese posible pacto de Gobierno con CC. Es un asunto que marcará el contexto político y una decisión que deberá tomar Antona en su momento.

Tanto depende de Madrid el PP canario, que ayer las miradas estaban más puestas en Pedro Quevedo y Nueva Canarias que en los protagonistas de los congresos insulares de Gran Canaria y Tenerife. Rajoy tampoco defraudó, ni en público ni en privado. El presidente del Gobierno apeló a la responsabilidad con el Estado de los canarios con varios guiños a Nueva Canarias en sus discursos. En la intimidad trató de verse el viernes con Román Rodríguez, pero el encuentro fue aplazado por cuestiónes de agenda. Sea como sea la iniciativa de Rajoy pone en la pista de que cuenta con los nacionalistas de izquierdas, y que éstos tendrán su recompensa en forma de dinero en los Presupuestos, y con toda seguridad, en forma de acuerdos políticos que podrán ir más allá de lo que ahora se dirime en el Parlamento.

A Rajoy, que no se le escapa una, tampoco le ha pasado desapercibida la carga que ha supuesto para Antona y los suyos ser los herederos de José Manuel Soria, de su peculiar forma de “gobernar” el partido y de conducirse en política. Una vinculación que se ha convertido en una carga, más que un patrimonio para exhibir ante la sociedad. De hecho el PP ni invitó ni esperaba a Soria en sus congresos. Más bien suspiró cuando no hubo noticias de él, ni interés por parte de su entorno por estar en ninguna de las fotos de la nueva etapa del partido. El asunto fue planteado con cierto recelo por Madrid durante la preparación del viaje de Rajoy, a quien no le interesa esa foto, ni ninguna situación que pudiera convertirse en noticia nacional. A estas alturas, a pesar de la defensa inicial que Rajoy hizo de su exministro de industria, está convencido de que no fue claro a la hora de defender su inocencia en el asunto de Panamá, como han dejado constancia algunos medios cercanos al Gobierno que no han dudado en sacrificar al ex ministro y colocarlo en el centro de una especie de conspiración contra el presidente del Gobierno.

El PP de Canarias inicia ahora una nueva etapa en la que el asunto Soria parece, aparentemente, superado. Este fin de semana no hubo ni una sola mención al ex líder, aunque sigue presente en la mente de todos. El exministro sigue con su empresa tratando de amarrar contactos en su agenda y recurriendo a los amigos que le quedan, que no son pocos, aunque cada vez menos, y cerca de alguno de los cargos del partido en las islas. Impulsa la idea de entrar en el Gobierno de Canarias, pero la política nacional sigue mandando y un sector importante del partido, entre los que está el propio Antona, cuestionan la utilidad política de entrar en un Gobierno cuando el tiempo político está quemado y la posibilidad de construir un mensaje coherente para los canarios tendrá que adaptarse a la gestión que ha hecho Coalición Canaria en estos dos años, de la que no podrá despegarse si no es con un fuerte conflicto que los distinga ante el electorado.

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