Borrar

A los pies de Marruecos

Editoral ·

El silencio pactado no es tranquilizador para Canarias

Editorial -

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 4 de febrero 2023, 23:05

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La Reunión de Alto Nivel entre España y Marruecos celebrada esta semana en Rabat venía precedida de graves desencuentros, una reconciliación precipitada por el volantazo de Pedro Sánchez en relación al contencioso del Sáhara Occidental, y la división en el Gobierno español entre socialistas y Podemos sobre cómo encauzar las relaciones con un vecino estratégico cuyos destinos decide de manera unipersonal el rey Mohamed VI.

En ese contexto, Pedro Sánchez se llevó a Rabat a una docena de ministros para encontrarse con la ausencia del rey de Marruecos. Ni es una anécdota ni es un imprevisto: nada se mueve en Marruecos en materia de política exterior sin la aquiescencia del monarca y sus presencias y sus ausencias tienen un alto significado político. El intento del ministro Albares de restar relevancia a lo ocurrido roza, por tanto, lo patético pues, ante una humillación, nada peor que tratar de disculparla.

Es incuestionable que a España le interesa llevarse bien con su vecino del sur, que juega un papel relevante en la lucha contra el yihadismo y que es clave en el espinoso asunto de la migración irregular -la de los marroquíes que salen hacia España y la de los subsaharianos que entran en Marruecos como escala antes de dar el salto a Europa-. Pero ambas cuestiones se deben abordar con luz y taquígrafos, sin pagar el peaje del silencio. Y esto es lo que Sánchez ha pactado en Rabat, pues su único logro es que ambos países renuncien a incomodar al otro hablando de cuestiones de soberanía. Sin embargo, Sánchez ha refrendado la apuesta por el plan marroquí de soberanía sobre el Sáhara Occidental, de manera que en esa cuestión sí hay una clara cesión en favor de Marruecos. Mayor incoherencia no cabe.

Para Canarias tampoco resulta tranquilizador que la discusión sobre la definición de la mediana se alargue sin avance alguno y rodeada de ese manto de silencio. Si hay buena relación con el vecino, lo que corresponde es aprovechar ese marco para dar solución a los problemas comunes. Y este no es precisamente menor.

Queda, por tanto, la sensación de un Gobierno español y un presidente rehenes de factores no confesados y a los pies de Marruecos. Y si ya es grave que en la política interna el Ejecutivo esté a expensas de partidos que no tienen sentido de Estado, tanto o más grave resulta que el propio Estado quede sujeto a los designios de otro país y de un monarca autócrata que se ausenta precisamente cuando más se esperaba su presencia.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios