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Juan Carlos Alonso
¿Qué tiene París que no tengamos nosotros?, Torres dixit

¿Qué tiene París que no tengamos nosotros?, Torres dixit

Opinión ·

¿Tolerarían los parisinos que los Campos Elíseos se colapsaran por la instalación masiva de terrazas?

Octavio Utrera

Licenciado en Geografía e Historia

Lunes, 31 de octubre 2022, 23:18

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En muy recientes declaraciones el presidente del Gobierno de la Comunidad Autónoma, don Ángel Víctor Torres, en el marco de su visión 'Canarias en positivo', y con objeto de conseguir la sede de la Agencia Europea del Turismo, manifestó, sin cortapisas ni matizaciones: «¿Qué tiene París que no tengamos nosotros?».

Como premisa inicial, he de decir que por no criticar se quiere menos a la patria chica, al contrario, pues considera que la autocomplacencia y el espíritu acrítico no ayudan, precisamente, a tomar conciencia de los fallos, errores y carencias, condición indispensable para asumir tal estado de cosas y poner los medios para superarlos.

Valgan como ejemplo las siguientes comparaciones. ¿Podemos imaginarnos el Museo del Louvre cerrado, sin obra alguna, durante cinco años? Aquí, sin embargo, es ese el tiempo que lleva cerrado el Museo Néstor, el que atesora la obra y el legado del mejor pintor modernista y simbolista de España; por extensión, el conjunto arquitectónico del Pueblo Canario, declarado Bien de Interés Cultural, plasmación de su campaña por el tipismo, se encuentra desde hace varios años en estado de semiabandono, producto de la desidia y desinterés del Ayuntamiento y del Cabildo.

¿Cabe pensar que la Catedral de Notre Dame no aparezca en la señalética del centro de la capital francesa? Esa es, precisamente, la situación de uno de los edificios más valiosos, tanto por su fachada como por su interior, de la ciudad y del archipiélago, cual es la iglesia de San Francisco de Borja, de lo cual tiene conocimiento la Concejalía de Turismo por reiterados anuncios.

¿Aceptarían e la ciudad de las luces ocultar la fachada de los Sagrados Corazones o ahogar el Arco de Triunfo con frondosos árboles? En nuestra querida ciudad solemos hacerlo, ya que la necesaria y bienvenida vegetación arbórea la plantamos sin sentido de la ubicación, por ejemplo con los laureles de Indias que anulan la presencia y prestancia del obelisco de la Plaza de la Constitución, y ¡con eucaliptos! la bella y armoniosa fachada de la iglesia de San José, bien de interés cultural esta última.

¿Entenderíamos el Palacio de Versalles con sus fuentes sin agua? Pues aquí sí. En uno de los rincones más emblemáticos del barrio fundacional, en la hace pocos años peatonalizada Plaza de San Agustín, acotada por un lado por el templo neoclásico obra de Diego Nicolás Eduardo, hogar del patrono de la ciudad, el Cristo de la Vera Cruz, y de la imagen más venerada en la misma, Santa Rita, y por otros dos lados por el Palacio de Justicia, obra de Miguel Martín-Fernández de la Torre, y por el edificio Woermann, que acoge dos de los patios más bellos de la urbe, sede actual del Colegio de Abogados, a este espacio recuperado para el esparcimiento se le dotó de la infraestructura soterrada de una fuente, pero el frescor y el sonsonete del agua se dejan esperar.

¿Tolerarían los parisinos que los Campos Elíseos se colapsaran por la instalación masiva de terrazas, con mesas, sillas y toldos, como sucede no en las fachadas sino a lo largo del borde del Paseo de Las Canteras, verdadera atalaya del pulmón capitalino que es la playa homónima?

¿Cabría en nuestra cabeza que convirtieran el Sena en una autovía de hormigón y alquitrán? Aquí se cometió, hace más de medio siglo, ese atropello urbanístico y ecológico, partiendo en dos mitades Vegueta y Triana, Triana y Vegueta, el centro histórico. No parece que haya verdadero interés por parte de las autoridades responsables, pese a planes y promesas, de recuperar la que fuera durante casi cinco siglos seña de identidad de nuestra ciudad, de borrar esa cicatriz en pleno corazón del caso histórico y fundacional.

«El árbol evita ver el bosque», es, tal vez, lo que ocurre, si consideramos que en pleno Ciudad Jardín se encuentra la residencia de los señores presidentes del Gobierno de la comunidad Autónoma y, claro, Ciudad Jardín no es toda la ciudad.

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