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Silvia Fernández
Pensaba yo que las ideas peregrinas era algo endémico de los políticos canarios pero ya veo que el problema se extiende por todas partes. Esta semana ha sido la consejera de Economía y Hacienda del Gobierno de Castilla y León (PP), María Pilar del Olmo, la que ha venido a resolver el problema de competencia que sufren las tiendas físicas y sobre todo el pequeño comercio frente a las grandes plataformas de comercio electrónico, como Amazon, con una idea que parece más una broma que otra cosa.
La consejera planteó en la Conferencia Sectorial de Comercio, celebrada el martes en Madrid con presencia de todas las comunidades autónomas, que se empiece a cobrar en los comercios a las personas que entren a probarse ropa y calzado y luego se marchan sin comprar.
De esta manera tan ingeniosa pretende esta buena señora evitar lo que se denomina el showrooming y que no es otra cosa que ir a la tienda a ver y probarse algo para luego comprarlo por internet porque sale más barato. Debe considerar la consejera castellanoleonesa que castigando al consumidor se le desincentivará para que no compre en internet y recurra al pequeño comercio. Vamos que, para ella, la solución a la transformación digital que vive el comercio como tantos otros sectores pasa por poner puertas al campo en lugar de intentar ayudar a las pequeñas tiendas a adaptarse a las necesidades de sus clientes y buscar la forma de atraer consumidores vía servicio o atención directa y personalizada. Gran equivocación.
Hay establecimientos en todo el mundo que hace años optaron por poner esta tasa pero la idea no ha prosperado ni se ha generalizado porque, sencillamente, no funciona. Todos hemos recorrido alguna vez varios establecimientos buscando un producto al menor precio y lo hemos comprado en el que nos ha resultado más barato y nos ha parecido mejor. Eso se llama libre mercado y competencia y es clave para el buen funcionamiento de una economía.
Amazon anunció hace un año que iba a permitir a sus clientes Premium probarse la ropa en casa antes de pagarla mientras que desarrolladores informáticos están trabajando en crear software que permita probarse la ropa de manera virtual. Lo tiene difícil la consejera.
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