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Vuelven los exámenes de ingreso para la universidad y retorna la polémica a cuenta del sistema de evaluación. Ya saben: que por qué no es el mismo en todas las autonomías, que cómo es posible que las notas en Canarias estén habitualmente por encima de la media y los resultados educativos del informe PISA por debajo de esa media estatal; que si se inflan las notas en los centros privados y la educación pública juega con desventaja... Debates y polémicas que regresan con la misma virulencia de antes del virus -valga la redundancia-, en otra demostración de que aquello de que íbamos a salir angelicales de esta crisis no era otra cosa que una gran pamplina, un cuento publicitario que rellenó los anuncios televisivos con una dosis extra de glucosa. Seguíamos donde estábamos, y no sé se incluso peor.

Sobre los estudiantes canarios volverá a caer la sombra de la duda. Desde algunos medios de comunicación nacionales y desde ciertos partidos políticos del espectro conservador ya se cargan las tintas y, como en otras ocasiones, sigue sin haber un discurso que ponga las cosas en su sitio. Se dijo que iba a haber una investigación a fondo, que no era como se estaba contando, pero las universidades fueron las primeras en quitarse de enmedio. Las autoridades educativas, otro tanto, básicamente porque a unas les interesa agitar la polémica y otras se ve que les da igual que se nos presente como unos batatas que salimos favorecidos por un mecanismo injusto. Y así seguiremos ¿hasta cuándo?

Es evidente que el asunto tiene muchas aristas. Si se trata de una prueba de acceso a una oferta universitaria nacional, es evidente que el mecanismo de calificación debiera ser el mismo para todos, como también los contenidos a evaluar. Pero no es menos cierto que si damos por bueno que desde la más tierna infancia se adapten los contenidos educativos a la realidad más próxima, entonces no se puede examinar a todos por igual sobre lo mismo, pues llevan años educándose en torno a contenidos desiguales -no digo peores o mejores, sino, como se estila ahora, asimétricos-

Claro que hay otros países que lo tienen resuelto hace tiempo: se centraliza la prueba, la hacen todos el mismo día y a la misma hora y se centraliza también la revisión de los exámenes. La pregunta es evidente: ¿está la comunidad educativa preparada para asumir ese reto?

En todo caso, no es de recibo que, otro verano más, los alumnos canarios carguen con esta cruz de demostrar su inocencia.

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