Obsolescencia
Todos ponen su mejor sonrisa, lucen de punta en blanco y reparten mercadotecnia de todo tipo. Canarias saca músculo con sus 16 millones de turistas y presume de bondades como destino en estos días de feria y dispendios en Madrid. Hay que estar, figurar, negociar con operadores, empresarios y clientes. Sin embargo, la realidad es bien distinta para el turista cuando se baja del avión. Con el sol y la playa garantizados, la oferta sin embargo corre riesgo de quedar obsoleta por el invomilismo político y empresarial, que se han conformado con una cifras, cada año mejores eso sí, infladas por un turista que eligió Canarias como segunda opción después de que su primera elección entrase con conflicto o crease desconfianza.
Desde hace tiempo se viene confundiendo turismo con construcción. No por crear más camas o renovar las que han quedado inservibles se capta a más turistas. Mercados emergentes y con más inversión pueden mejorar una oferta madura y limitada como la de las islas.
Es obvio que ningún destino turístico ha sido programado o planificado para hacerse obsoleto. Sin embargo, la falta de planificación, capacidad de reacción e innovación, sumada a los errores de gestión les han podido llevar a esa decadencia. Para evitar ese extremo se requerirá del esfuerzo mancomunado de todos los agentes que componen el negocio turístico para apostar por una visión común, un modelo de desarrollo y, sobre todo un modelo de gestión que dirija el destino hacia el objetivo deseado.
El turismo sigue siendo la solución para un archipiélago que ha descuidado otros sectores. O al menos así lo ven muchos ciudadanos de a pie que tienen trabajo directa o indirectamente relacionado con la oferta turística. Empleados de restauración y hostelería, camareros, recepcionistas, cocineros, guías turísticos, vendedores en tiendas de ropa y souvenirs, taxistas, carpinteros o albañiles. El turismo genera empleo y expectativas de riqueza a muchas familias porque es el motor económico principal de nuestra comunidad, de ahí la importancia de cuidarlo ofreciéndole una oferta de calidad. La creación de más mamotretos y playas artificiales, en convivencia con hoteles, apartamentos y centros comerciales setenteros y zonas turísticas decadentes ponen en peligro un destino que no se ha sabido reinventar para captar un turismo de calidad, que gaste en nuestros comercios y se lleve buenos recuerdos de sus vacaciones deseando poder volver.
