Según el presidente de la patronal de Las Palmas, Pedro Ortega, se vislumbran nubarrones que ensombrecen la economía española y, por extensión, la canaria. Según el vicepresidente y consejero de Hacienda, Presupuestos y Asuntos Europeos del Gobierno canario, Román Rodríguez, lo que veremos son «curvas» que complicarán bastante la actividad productiva.
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Son expresiones que caminan en paralelo y que advierten sobre riesgos que ya están sobre la mesa. En esa línea, ayer la agrupación empresarial Exceltur, en la que están los grandes del turismo en España, advirtió de que el actual «furor» por viajar irá mermando en el tiempo si se mantiene una inflación desbocada y si, en paralelo, el conflicto en Ucrania se enquista. Si se agrava o se extiende a otro país, entonces todo irá a peor.
Es evidente que no hay economía desarrollada que aguante mucho tiempo con inflación por encima del 6% y rozando los dos dígitos sin que se resienta su actividad productiva. Más aún si esa inflación se cimenta sobre el coste de la energía, que es sistémico.
Pero también es evidente que las economías basadas en los servicios, como la española, son las más expuestas a esas tensiones. Y si, además, hay regiones que, además de tener en el turismo su principal actividad, cuentan con una escasa diversificación sectorial, pues más grave es el asunto. Por un lado, porque la capacidad de bajar precios desde Canarias es muy escasa y, por otro, porque estamos sujetos a una mayor exposición a lo que pueda suceder en los mercados emisores de visitantes, con el alemán como el más preocupante por su proximidad al conflicto bélico y por su dependencia del gas ruso. En ese país ya se habla abiertamente de un ajuste económico y de cambios en las pautas de comportamiento de los ciudadanos para reducir el consumo de energía, lo que, evidentemente afectará a decisiones tan habituales como si se van o no de vacaciones, cuántos días y a dónde.
Instalarse ahora en el dramatismo sirve de bien poco. Los empresarios hacen bien alertando de los riesgos, como también los gobernantes siendo realistas y activando un posible plan B. La experiencia enseña que las economías muy dependientes del exterior, como la de Canarias, son las que primero sufren el bache y también las que teóricamente salen en primer lugar del mismo. Y todo ello con un riesgo añadido del que se habla poco pero ahí sigue: un repunte de casos de covid que puede devolvernos a las restricciones.
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