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Muro de silencio

Jueves, 1 de enero 1970

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El mundo avanza siempre a trompicones, dando saltos entre charcos de lodo a golpe de esfuerzo colectivo. Siempre hay que seguir empujando, sin descanso. Aunque nos guste pensar que la sociedad evoluciona a imparable velocidad de crucero, los hechos demuestran que el eje del planeta prefiere quedarse inmóvil e incluso, si lo dejan, volver hacia atrás. Así ocurre en el Parlamento de Canarias donde los hombres continúan mandando pese a que hay tantas diputadas como diputados, mujeres que deberían plantarse de una vez por todas. Y no hay mejor oportunidad para hacerlo que ahora, tras la machista terna presentada para renovar los órganos que dependen de la Cámara regional.

Deberían, pero no hay manera. La propuesta de candidatos elevada por los grupos parlamentarios incumple con claridad los principios de paridad que ellos mismos han legislado: ocho hombres para cubrir las vacantes, frente a sólo dos mujeres y, por su puesto, ninguna de ellas opta a los cargos de máxima responsabilidad. Ellos proponen, disponen y reparten la baraja, mientras ellas callan.

Pero no nos engañemos. La política es un simple reflejo de la sociedad, una correa de transmisión de lo que sigue ocurriendo cada día en las familias y en las empresas de este país. Tras siglos de avances, las mujeres sufren en estos años un parón en la conquista de derechos y el llamado techo de cristal se está transformando en un muro de hormigón que lo tapona todo con nuestro cómplice silencio.

Quizás por eso choca aún más que incluso en las instituciones públicas den un paso atrás los avances hacia la plena igualdad. El Gobierno de Canarias empezó esta legislatura cumpliendo la paridad, pero bastó que se abriera un resquicio con la expulsión del PSOE para que Clavijo rompiera el equilibrio a favor de los hombres. También esa supuesta elección de «los mejores» beneficia ahora al sexo masculino en la esperada renovación de los cargos en la Audiencia de Cuentas, el Consejo Consultivo y el Diputado del Común. No falla: ellos siempre están más preparados.

Pasó, pasa y seguirá pasando mientras nosotras no volvamos a defender lo que nos corresponde por lo visto sólo sobre el papel. En tiempos en que hasta la palabra feminismo se intenta teñir de negativo son las diputadas del Parlamento quienes deben romper su cómplice silencio y negarse a votar esta propuesta. Ante un muro sólo queda la fuerza.

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