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Muertos que no vemos

Del director ·

Es innegable que nos hemos hartado de mascarillas, distancias, prevenciones...

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Martes, 9 de agosto 2022, 23:31

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El pasado fin de semana, el doctor Miguel Ángel Ponce reflexionaba en un artículo publicado en este periódico sobre la evolución de la pandemia de coronavirus en los últimos meses, así como la estrategia de 'gripalización' de la misma. Junto a su firma, Ponce aclaraba que, además de profesional sanitario y docente universitario, es diputado del Partido Popular. Hace bien en recordarlo porque seguramente más de uno, en caso contrario, estaría ya comentando en redes sociales y demás plazas públicas que la suya era una crítica movida por el interés partidario. Si así lo hicieran, dejan constancia de lo poco que han seguido al médico y parlamentario, que es uno de los más activos a la hora de aportar su visión de profesional sanitario sobre lo que está sucediendo con la covid-19 desde que hizo acto de presencia entre nosotros. Y, por cierto, ojalá siga ofreciendo Ponce sus valoraciones, que buena falta que hace contar con voces autorizadas.

Se lamenta el doctor Ponce del intento de dar normalidad a lo que evidentemente no lo es. Que una pandemia siga activa y que no tengamos todavía un remedio cien por cien eficaz y con garantías de serlo ante variantes, cepas y demás sorpresas debe ser motivo de preocupación generalizada. Pero esa preocupación ha de empezar de arriba hacia abajo. Y lo que estamos viviendo es justo lo contrario: una estrategia nada disimulada de quitar hierro al asunto, de hacernos ver que las muertes que se siguen produciendo son asumibles porque todos queremos volver a vivir como antes...

Y así es. Es innegable que nos hemos hartado de mascarillas, distancias, prevenciones... pero también es innegable que la gente se sigue muriendo y que el virus continúa expandiéndose. Es más, se ha estacando la vacunación de refuerzo precisamente porque se ha extendido la sensación de que esta guerra se ha ganado, cuando en realidad seguimos de batalla en batalla. Ojalá hasta la victoria final, pero por el camino se va quedando gente, y mucha de ella posiblemente podría haber evitado el contagio si todos siguiésemos siendo conscientes de los riesgos. La prueba del algodón de ese esfuerzo por quitar relevancia al asunto son los comunicados oficiales en los que se sigue ninguneando la cifra de muertos. Ya se sabe que ojos que no ven, corazón que no siente, de manera que alguien debió pensar que 'muertos que contamos en un apartado párrafo, pues muertos que no existieron'... Pero cada dígito de un muerto era una vida y es una ausencia. Que no se nos olvide.

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