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Un lujo imprescindible

Un lujo imprescindible

40 aniversario CANARIAS7 ·

Siempre habrá necesidad de periodismo, porque una sociedad informada siempre será más sabia, más tolerante, menos manipulable... E indudablemente, más libre

Patricia Vidanes Sánchez

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 21 de noviembre 2022, 23:19

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Ahora que está en boga anunciarse al mundo como creador de contenidos en redes sociales al amparo de un puñado de likes y seguidores a los que se busca influenciar con variados intereses; en un momento en el que se confunden de forma torticera información, entretenimiento y basura; cuando el ciudadano medio aparentemente está más encantado que nunca con bulos, noticias falsas y teledirigidas; cuando parece haber desaparecido cualquier rastro de criterio de análisis... me pregunto en qué lugar queda la prensa, los creadores de opinión y de información por antonomasia en cualquier democracia que se precie.

Aunque a priori pudiera parecer que está todo perdido, que han ganado la partida los intrusos, los vendedores de humo, los compradores de ilusiones y los vendidos, los mercenarios, los necios, los adormilados... Después de casi tres décadas ejerciendo este bello e insaciable oficio puedo decir que el periodismo es más necesario que nunca, aunque ya no sepa uno hacia dónde mirar para defenderse de los golpes. También es cierto que además de periodista de formación y de vocación soy voraz lectora, descreída hasta la médula, inconformista y defensora a ultranza de la verdad hasta sus últimas consecuencias, entre otras cuantas virtudes y muchos más defectos. Un poco de todo eso hace falta para ser un periodista medio, a mi entender, pero también un receptor crítico, osado, selectivo, capaz de discernir dónde se la están colando y, mejor aún, con qué fines.

En un tiempo en el que la información, la buena y la mala, llega por mil frentes, el público parece estar más perdido que nunca, más adoctrinado, más abotargado. Más de una vez he escuchado en la redacción aquello de «hay que darle al lector lo que quiere». Y me sigo preguntando, ¿y qué quiere? Me niego a aceptar que la mayoría se conforme con asistir al rescate de lindos gatitos o a la recomposición vital de una despechada aristócrata que cada vez que abre la boca hace apología de un mundo más sectario e intolerante.

Si dejamos a un lado esas noticias de relleno, las que deberían componer la página de paisaje y paisanaje única y exclusivamente, queda todo un mundo maravilloso por descubrir. Pero hay que hacer un esfuerzo, ustedes que me leen, los que ya han decidido que no les interesa lo que les cuento y yo –nosotros, los periodistas–. Se trata del esfuerzo de querer saber, de ampliar miras, de leer, de observar, de preguntar, de criticar, de aportar, de crecer.

Porque básicamente de eso se trata el tan necesario periodismo, de contar lo que pasa, de descubrir lo que se quiere esconder, de mostrar lo que es posible, de apreciar lo que es un derecho. Y eso a todos los niveles. Crecí viendo a Arturo Pérez Reverte contando en TVE lo que sucedía en Sarajevo. Aquellas piezas de escasos minutos detrás de las que ahora sé había mucho trabajo, sudor y arrojo a mí me hipnotizaban. Quería saber. Que me contaran que en pleno corazón de Europa se estaba cometiendo un exterminio. Algo que todavía hoy me espanta y me asombra. Por desgracia los reporteros de guerra siguen siendo necesarios, como a día de hoy se pone en evidencia en Ucrania, ocupada y bombardeada por una potencia mundial que pisotea los derechos civiles pero también, recordémoslo, que bloquea, asedia y aniquila a la prensa. Hay lugares donde un periodista muerto no significa nada; donde un periodista en su puesto de trabajo puede molestar mucho.

Yo nunca he asistido a una guerra. Ni he trabajado en televisión. Lo más lejos que he ido gracias a mi oficio es a algún que otro país dictatorial o de dudoso respeto a los derechos humanos. Las más de las veces he volado a algún precioso enclave para asistir a una convención, un acto social, una inauguración o incluso un desfile de moda que sirvió para deslumbrarme con los focos de NY. No se trata ahora de hacer recuento de lo vivido y presenciado, pero sí me viene al hilo para recordar, a mí misma también, que siempre habrá necesidad de información, de periodismo. En el barrio, en la ciudad, en el medio rural; ya sea en el campo de las artes y de la cultura; de la ciencia; de la sanidad; de la política; del deporte; de la economía; de los sucesos...

Una sociedad informada siempre será una sociedad más sabia, más preparada, más democrática, más sensata, más tolerante, menos manipulable... E indudablemente, más libre.

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