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Los surcos que  va dejando la política

Los surcos que va dejando la política

«Dos años equivalen a una década en política y, en ese tiempo, Iglesias ha aprendido a dar un paso atrás»

Jueves, 1 de enero 1970

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Que la política envejece es un hecho empíricamente probado. Cada titular adverso trae una cana, cada proyecto de ley derrotado surca una arruga y cada ministro cesado una cadera rota por osteoporosis. La imagen hoy de Pedro Sánchez dista mucho del joven impetuoso que encabezó hace sólo dos meses la primera moción de censura ganada en este país. También la de Fernando Clavijo es muy diferente a la del inocente cachorro que hace cuatro años venció por la mínima a Paulino Rivero. El tiempo corre deprisa para todos. Incluso para Podemos, formación que hace nada era la nueva política y que ya se ha acostumbrado a ser la de siempre: ¿Se acuerdan del Pablo Iglesias que impidió la investidura del líder del PSOE el 2 de marzo de 2016? Qué viejo resulta todo.

Con la experiencia que dan los grandes errores, el líder de Podemos entiende hoy que su propia supervivencia pasa por mantener el mayor tiempo posible un gobierno de izquierda en este país. Una caída precipitada de Sánchez equivale a una rápida vuelta al poder de la derecha, ya que las jóvenes dentaduras de Ciudadanos y del PP no dudarán un segundo en morder si huelen sangre.

Dos años equivalen a una década en política y, en ese tiempo, Iglesias ha entendido que la vanidad está obligada a dar un paso atrás cuando los números no cuadran. Su legítima ambición por mandar más de lo que sus diputados le permitían ha acabado rindiéndose a la oportunidad única de llevar su programa a la práctica. Elevar el salario mínimo a 900 euros, subir impuestos a las grandes empresas o adoptar medidas reales por la igualdad eran una quimera hasta hace nada y ahora están en un proyecto de presupuesto estatal que lleva el logo del partido morado impreso en la carátula de presentación.

El tiempo enseña que hay batallas que debemos dar y otras que sólo nos traerán heridas innecesarias. Quizás por eso, el líder de Podemos ya no afronta cada comparencia pública en tono mitinero, ni asiste a cada reunión para dar lecciones de democracia. Del Pablo Iglesias que propuso a Pedro Sánchez toda una ristra de ministros -con él mismo como vicepresidente a la cabeza-, hemos pasado a un dirigente político práctico que utiliza sus escaños para lograr cosas concretas que influyen en la vida de los ciudadanos. Sólo 30 meses de brega parlamentaria le han dado la madurez necesaria para dar un paso atrás si es necesario, aunque a eso de negociar algunos lo llamen la política de siempre. Canas, arrugas, noches de insomnio...Es lo que tiene cumplir años, sobre todo en política.

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