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Lo irremediable en el PP

Lo irremediable en el PP

Miércoles, 15 de julio 2020, 12:03

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Hay cosas que son irremediables y María Australia Navarro es una de ellas en el PP. De los infiernos al cielo. De estar a punto de desaparecer por la jugarreta a Asier Antona en la que se vio envuelta a los altares de Génova, ahora como presidenta del PP de Canarias. Una incombustible desde que llegó a la política, y no por méritos propios, sino por su lealtad al jefe, se ha mantenido envarada en el poder sin que le asista la gracia política.

Australia no sería hoy presidenta del PP de Canarias hasta el próximo congreso, dentro de dos años, si José Manuel Soria, el enlace de Pablo Casado en Canarias, no le hubiese dado su bendición. Ella y sus allegados dicen que es un sambenito que le han colocado, que Soria la trajo a la política pero que ya no influye en sus decisiones. Pero los hechos son tozudos y datos que van haciendo la historia se hilvanan en contra de sus excusas. Australia es a Soria lo que el exministro al PP de Casado.

Australia Navarro llegó a la política desde su despacho profesional por amistad con la familia de José Manuel Soria. Desde entonces ha ocupado diversos cargos en el PP y en pocos ha destacado por su liderazgo. De hecho, cuando ha pasado por las urnas, el examen más exigente para un político, encabezando la candidatura a la presidencia del Gobierno de Canarias, cosechó un estrepitoso fracaso sin consecuencias para ella, pero sí para el partido que sufrió en 2015 un quebranto.

Se presentó a las elecciones de la mano de Soria en la convicción de que las siglas ayudarían a su poca gracia política. Las dos apuestas del exministro, Australia y Mercedes Roldós, al Cabildo de Gran Canaria, llevaron al PP a un estrepitoso fracaso que no impidió que las dos responsables fuesen recompensadas; Roldós con el Senado y Australia con la máxima responsabilidad en el Parlamento de Canarias. Ahí ha permanecido desde entonces a pesar de los avatares políticos. En el PP de Soria no se pagan facturas, se premia la fidelidad y el fracaso. La cuestión es estar.

En esta última etapa ha ejercido su poder desde Gran Canaria, donde sostiene un partido que gira en su entorno. Pactó en las primarias con Antona y consiguió seguir siendo la número dos del partido, siempre con un ojo puesto en Soria y en Génova. Sus diferencias con el defenestrado presidente del PP de Canarias, Asier Antona, han estado siempre a la vista. Para Antona, como para el PP, Australia también fue irremediable, inevitable, la mano que lo ataba al pasado, la que no le dejaría volar.

La refinada y caballerosa contienda entre Antona y Australia se evidenció en las negociaciones del pasado mes julio con Coalición Canaria. Nunca han sido cuestiones personales, sino intereses. Antona tratando de ser el mismo en política y soltar amarras con Soria y Australia atada a su pasado. La propuesta de CC, vía Soria, de convertirla en presidenta de Canarias tirando a Antona era un insulto a la inteligencia, una provocación que mereció mayor castigo que quitarle la portavocía.

Pero Australia estaba con las espaldas cubiertas. Antona firmó su último acto de voluntad al negarse a ser marioneta de CC y de Soria y Australia firmó su propio indulto y una nueva página en la historia del PP de Canarias porque estaba allí, siempre fiel a Soria, a pesar de su opción por Sáenz de Santamaria en las primarias del PP.

La obediencia en el PP es ciega y la capacidad crítica nula. Australia no tendrá ningún problema en un PP que no reacciona y un aparato que controlará en muy poco tiempo. Sólo le queda lo que ha hecho siempre, ser presidenta del PP de forma irremediable, escribir y ensayar discursos para ser la única oposición visible al pacto progresista y esperar confiada en sus apoyos, ahora más sólidos que nunca.

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