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Limpiando las arcas públicas

José L. Reina

Jueves, 1 de enero 1970

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Tras una profunda reflexión, he decidido que de mayor quiero ser gerente de limpieza del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. A partir de este momento, dedicaré todos mis esfuerzos a tal empresa, sin descanso, que ya tendré tiempo de eso cuando logre mi objetivo. Como en todas las decisiones importantes, he cogido un papel en blanco, y he escrito los pros y los contras de mi decisión. El resultado es tajante, es el camino correcto.

Entre otras cosas, porque mi salario será de 60.000 euros anuales, que no está nada mal. También podré desconectar del tortuoso estrés laboral ocasionado por tan sacrificado empleo tres días a la semana, los cuales aprovecharé para reflexionar en la playa sobre la gestión llevada a cabo durante la semana. El lunes, martes, miércoles y jueves tampoco me volveré muy loco, que no hay necesidad ninguna. Total, el municipio se limpia rápidamente con cuatro repasitos de nada, poca cosa.

Durante los días laborales podré aprovechar para rastrear internet en busca de vuelos baratos, entre otros superfluos vicios. Una vez consolidado en el puesto de trabajo, tengo pensado pedir también descansar los martes, miércoles y jueves, así solamente tendría que asistir a trabajar los lunes.

No será necesario más, la ciudad está impecable, de norte a sur y de este a oeste. Además, como este puesto no es técnico, sino de gestión y coordinación, puedo realizarlo de manera eficaz desde el móvil en cualquier punto del país.

Estoy convencido de que el Ayuntamiento me lo permitirá. No es ninguna petición especial, que bastante haré con ir los lunes por unos cinco mil euros mensuales. Eso si, prometo trabajar 24 horas, los siete días de la semana, por Whatsapp.

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