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El hacinamiento que sufren los pacientes en los pasillos de Urgencias del Insular es solo la última consecuencia de un sistema abandonado y obsoleto. Se empieza por tener que esperar hasta dos semanas para acudir al médico de cabecera y se termina yendo a Urgencias por culpa del agravamiento de unos síntomas que se podrían haber tratado a tiempo en los centros de salud. Y lo que se encuentran los enfermos en la Avenida Marítima es dramático. Sobre todo si es un lunes. Es lo que tiene no dar altas los sábados y domingos, que se llega al comienzo de la semana con el trabajo acumulado y todo atascado. Así que ya saben, si no quieren sufrir estos horrores, toca ponerse malo a partir del martes. No tenemos otra opción.

O sí. Nuestro arma de defensa es dar voz al esperpento. Hay que poner hojas de reclamaciones, quejarse por el servicio en Atención al Paciente. No conformarse con dar rienda suelta a la rabia en el momento del agravio porque eso no cambiará las cosas. Pero recordando siempre que los médicos no tienen la culpa. Ni tampoco los enfermeros, celadores y resto de trabajadores. Ellos son los primeros que animan a los pacientes a denunciar. En esta guerra estamos juntos.

Luchemos por una sanidad pública de calidad. Dejemos de hablar de Venezuela y echemos un vistazo a los pasillos de urgencias del Insular. Es tercermundista. De ahí la mirada descorazonadora de los sanitarios, pasando vergüenza cuando ellos no deben asumir tales culpas, cuando los enfermos les rinden cuentas por el trato recibido. Pero son los que dan la cara ante la desesperación de los necesitados mientras que otros hacen negocio. Por eso hay que decir basta a la privatización y externalización de los servicios. No aceptemos que grandes empresas privadas se lucren a costa de nuestra salud, que sigan habiendo chanchullos con las camas, que continúen derivándose únicamente pacientes de cirugía rápida a estas clínicas para evitar largas estancias y ganar más dinero, que se beneficien entes privados del dinero público mientras que nuestros hospitales están a punto de reventar...

Porque es inhumano. Se acumulan los enfermos en Urgencias hasta el punto de tener que meterlos en zonas no aptas para la estancia de pacientes. Y por culpa de esta calamitosa situación, la presión se traslada a las habitaciones en planta, donde se suceden altas precipitadas para hacer sitio a los que llevan varias noches durmiendo en los pasillos. Un círculo vicioso que no tiene fin a medida que los enfermos aumentan cada año, pero los recursos son los mismos desde hace décadas. Estamos en época de elecciones y ahora es cuando más podemos exigir. Exijamos pues una sanidad pública decente por nuestros familiares, por nuestros amigos, por nuestros médicos, por nuestros enfermeros. Por nosotros. Por todos.

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