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La resistencia política

Jueves, 1 de enero 1970

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Alemania tiene problemas de gobernabilidad. La victoria de Angela Merkel no da para gobernar en solitario sino que precisa de una coalición multicolor (con liberales y verdes) o reeditar un pacto con los socialdemócratas. Como el SPD ya sabe lo que es el sabor de la derrota, algunos piensan que por haberse entendido antes con Merkel y otros por la crisis europea de la socialdemocracia, en Berlín tienen ahora un dilema similar al que tuvimos en España entre diciembre de 2015 y finales de 2016. Si se confirma esta tendencia y van los germanos hacia unos segundos comicios, ya no nos sentiremos bichos raros. Lo que pasó aquí algún día habrá que estudiarlo: especialmente el peso del ego de algunos dirigentes y cómo la clave emocional prevaleció sobre la racional. En todo caso, el sacrificio lo asumió el PSOE en forma de abstención. Se trataba de evitar unas terceras elecciones generales donde las encuestas apuntaban una bajada más en escaños para el centroizquierda. El fiel cumplimiento del deber de las cosas no siempre lleva consigo un premio. También en Normandía se derramó demasiada sangre inocente por aquello de liberar Europa.

Tenemos una oportunidad para comprobar si la aparente ingobernabilidad alemana afecta al proyecto comunitario o, por el contrario, la vida sigue su curso. Y que en Berlín no se hable de la bolsa ni de la prima de riesgo será, entre otras cosas, porque han hecho los deberes y la austeridad (hasta cierto punto) es una virtud. A Merkel le es igual tener que repetir los comicios, sabe que a Mariano Rajoy le salió bien y, de tener que haber ido a unas terceras elecciones, seguramente le hubiese ido aún mejor. Ante la parálisis política, gana enteros el que ya está en el poder. Si a la primera la oposición no arrebata el mando al gobernante, más difícil lo tendrá en la segunda oleada.

Todo es resistir. A Rajoy le ha salido correctamente. Y parece todavía que opta a una tercera legislatura cuando llegue el momento. Da igual los casos de corrupción, el inmovilismo frente al tema catalán o la aparición de Ciudadanos que carcome su espacio electoral, se ciñe Rajoy a aguantar. Y como buen discípulo de Merkel, recordemos los años de austeridad a mansalva, la canciller tiene en él el ejemplo perfecto para no preocuparse y si hay que ir nuevamente a las urnas pues será sin problema alguno. Al centroderecha le mueven las certezas, no hay nada peor para un conservador que no saber a qué atenerse. Orden y costumbres. Calma institucional. Y unos cuantos millones de votos, amén de los pensionistas, para afrontar con garantías un proceso electoral.

Columnista de

CANARIAS7

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