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Toca defender Canarias. Ante la irrupción de Vox y el afán recentralizador que asoma en el horizonte, necesitamos más nacionalismo canario. Las islas no pueden permanecer en silencio. No son un territorio añadido que por su peculiaridad geográfica merece tan solo un plan administrativo diferente al resto del país. No, no es eso. El archipiélago, la nación canaria, desborda las limitaciones impuestas por las nuevas derechas mesetarias (Ciudadanos y Vox) que creen que pueden uniformizar o desmantelar el modelo autonómico y, si acaso, y con suerte, dejar para Canarias un apéndice de atenciones en el marco administrativo como si fuera una dádiva en la organización del Estado.

En breve, este debate estará sobre la mesa fruto de la proyección demoscópica que apunta al éxito de la suma de las derechas en gobernabilidad en el próximo Congreso de los Diputados. No hemos asistido a décadas de autonomía para que ahora se carguen, usando antes la crisis económica como pretexto o la deriva soberanista catalana en la actualidad, nuestro reconocimiento como nacionalidad. El autogobierno que hemos logrado, asentado en razones y diferenciaciones profundas, es sagrado. Porque una cosa es la igualdad del despliegue territorial en comunidades autónomas y otra bien diferente pretender asumir que políticamente son lo mismo. Es evidente que, en su momento, hubo los que abanderaban la voluntad de autonomia de manera reiterada (País Vasco, Cataluña, Galicia...) y otras regiones que tuvieron que forzar su encaje ante un mapa autonómico para el que no estaban preparados.

Es lo que tiene zarandear el consenso que había y de éxito razonable: ahora cada uno demandará lo suyo. Y en Canarias no debemos estar dispuestos a que pasen el rodillo de la uniformidad a cuenta del desafío soberanista catalán. La agenda política se resetea. También en las islas. Y si antes ya era difícil que cada uno de los Gobiernos centrales tuvieran la sensibilidad que precisa Canarias (no todos estuvieron a la altura) el peligro presente será pugnar contra una fuerza hegemónica de las derechas que piensa que el modelo autonómico que hemos conocido es el punto de llegada y un mal menor con el que hay que convivir porque no queda otra. Este ánimo estuvo soterrado en la concentración en la plaza de Colón de Madrid. A buen seguro, muchos de ellos se hubieran opuesto en plena Transición al Título VIII de la Constitución que dio luz verde a las autonomías. Si Vox entra con fuerza parlamentaria suficiente, marcará las pautas a PP y Ciudadanos. Y en Canarias no podemos permanecer impasibles ante un Ejecutivo que tenga la tentación de un repliegue territorial que anule en la práctica a las nacionalidades. Y aquí hemos tenido lealtad institucional de sobra. Que no paguen justos por pecadores (si es que realmente han pecado...).

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