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La isla que nos rodea

La isla que nos rodea

«De momento, en el sofá de casa pueden a través de esta producción televisiva acercarse a una cotidianeidad canaria que se vive desde la doble insularidad. Es la clave cualitativa que escenifica la narración clásica de un muerto y un asesino por descubrir»

Jueves, 16 de julio 2020, 11:28

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Se está emitiendo en televisión la serie Hierro que nos ha enganchado a muchos en Canarias. Son tan solo ocho capítulos y el tema es tan sencillo como complejo: se ha producido un asesinato en El Hierro de un joven justo la noche anterior a casarse y una jueza recién llegada deberá abordar. A esto se le suma la condición insular (o la doble insularidad) en la que todos los habitantes se conocen porque son incluso parientes de alguna forma, los agentes de la Guardia Civil hacen lo que pueden ante la falta de efectivos y medios y las idas y venidas a Tenerife marcan el abrir y el cerrar de la isla al mundo. La protagonista, que es la jueza, es una persona madura que rompe con el prototipo de juez que llega a El Hierro nada más salir de la escuela judicial como última opción porque los destinos peninsulares ya han sido escogidos por el resto de la promoción. Nadie quiere ir a El Hierro. Pero ella es una excepción y tiene olfato y criterio, y enseguida lo despliega desde que se conoce el homicidio.

Por supuesto, en la trama insular siempre hay un pequeño cacique y asuntos oscuros que añaden emoción el caso. Pero si me quedo con algo, es el respeto de la producción de la serie a escoger a los personajes (sean secundarios o no) con acento canario. Ese contraste gusta a los que somos de aquí. Y, de repente, se palpa la contradicción entre la judicatura y los agentes policiales que, por lo general, hablan peninsular y los isleños. Tanto durante el franquismo como en la Transición, en Canarias los funcionarios eran peninsulares hasta en los ayuntamientos. Aquello fue el caldo de cultivo que, junto a otros elementos, despertó la conciencia del nacionalismo canario de UPC o anteriormente movimientos como el de Antonio Cubillo y sus diatribas radiofónicas desde Argelia. Esto fue prácticamente ayer y seguro que a los más jóvenes les sorprenderá descubrirlo.

Vamos, si pueden no se pierdan esta seria de televisión. Una buena oferta para estos días ya de calor que anuncian la entrada del verano. Y una manera estupenda incluso de desconectar del devenir de los pactos que ha sacudido este mes a la actualidad del archipiélago. A buen seguro, que entre esta obra televisiva y Casimiro Curbelo, más de uno aprovechará las vacaciones para dar un salto a El Hierro o a La Gomera. Tanto que las agencias nos ofrecen enclaves tan exóticos como lejanos y muchas veces el mejor de los viajes lo tenemos aquí cerca, muy cerca. De momento, en el sofá de casa pueden a través de esta producción televisiva acercarse a una cotidianeidad canaria que se vive desde la doble insularidad. Es la clave cualitativa que escenifica la narración clásica de un muerto y un asesino por descubrir. Del final poco puede decir, aún no he llegado.

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