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Los bancos tienen un lado oscuro. Y tienen poder. Y creerán que para mantener ese poder a veces hay que jugar sucio y, quizá sin saberlo, ejecutan el pensamiento de Nicolás Maquiavelo. Que el BBVA y el comisario Villarejo llegasen a acuerdos es muy turbio. Lo hicieron para ensuciar al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y a los dirigentes socialistas del momento. Es decir, por un lado los cargos institucionales tendrían la natural interlocución con el BBVA (como con otros) para lo que se ofreciera y por el otro la entidad se dedicaba a acumular información y a distorsionar la realidad de sus competidores políticos; si de algún modo les espiaba vía Villarejo es porque veían al Ejecutivo legitimado por las urnas como un adversario. El poder del dinero ante la decisión ciudadana. ¿Acaso este pulso había desaparecido tras años de burbuja inmobiliaria donde pensábamos que todos éramos buenos?

Es el mismo BBVA que ahora patrocina mediante una plataforma audiovisual contenidos educativos (que queda muy bien de cara a la galería) en El País bajo el título Aprendemos juntos. Por lo que entonces tendría el Grupo Prisa y la directora de la cabecera, Soledad Gallego-Díaz, replantearse prescindir del dinero que entra en las cuentas ofrecido por el banco. Sin quererlo, la noticia del trato entre el BBVA y el comisario Villarejo que hemos conocido a través del diario digital El Confidencial, pone en un aprieto a El País. El problema reside en que el Grupo Prisa está en una posición financiera delicada desde que Juan Luis Cebrián se lanzara a cotizar en bolsa sosteniendo el periodismo como si fuera un negocio de una multinacional. Es la herencia que tiene el Grupo Prisa que desconoce cómo salir de esta situación tan peliaguda.

Así las cosas, no todas las críticas sobre el desarme moral propiciado por la crisis se van a centrar en Bankia y Rodrigo Rato. También el segundo banco del país estaba metido en líos, aunque de otro tipo. Pero la presunción de un servicio ético superior del periodismo queda tocado por parte del Grupo Prisa si no rescinde con el BBVA desde lo publicado por un competidor inmediato. La contrariedad está en que el elevado endeudamiento del Grupo Prisa le impide precisamente gozar de la independencia deseada para enfrentarse, dentro de unos márgenes razonables, al poder financiero en este caso. Los lectores quieren que El País informe del BBVA como lo está haciendo El Confidencial, marcando el ritmo al resto de medios de comunicación. Y mientras tanto el comisario Villarejo seguirá entreteniéndose y ajustando cuentas rumiando que así podrá revertir su situación personal ante la justicia. Y la ciudadanía asiste atónita a cómo los cimientos de la sociedad, los más poderosos, sucumben al escrutinio ético.

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