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La juventud como oportunidad

La juventud como oportunidad

Opinión ·

El camino que se inicia con su aprobación no estará desprovisto de nuevos retos, situaciones que afrontar y de las que aprender. Pero hoy Canarias cuenta con una herramienta de enorme potencial con que garantizar a sus jóvenes un futuro mejor

Laura Fuentes

Directora general de Juventud del Gobierno de Canarias

Domingo, 26 de febrero 2023, 00:59

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Hace algo más de tres años llegaba a la Dirección General de Juventud como Directora General de un gobierno que por fin tenía a las personas jóvenes de las islas como una de sus principales preocupaciones.

En una tierra que venía de décadas de grave vacío político ante problemas estructurales, nuestras jóvenes representaban quizá uno de los sectores de la población más dañados y excluidos por la desidia sistemática que se había convertido en costumbre entre quienes ocupaban hasta entonces la responsabilidad de gestionar el archipiélago.

El trabajo realizado durante años en colectivos y organizaciones juveniles, y mi propia condición de joven, me hacen conocer de primera mano muchos de los dolores que afrontamos quienes empezamos a elaborar nuestros proyectos de vida. Acceder a una vivienda propia, la falta de oportunidades laborales y formativas, la ausencia de acompañamiento institucional. Ser joven en Canarias había sido históricamente una actividad de riesgo, aún lo es, y esta idea es la base de la responsabilidad, la magnitud del desafío que implicaba empezar a gestionar este área.

Una de las primeras cosas que escuché al personal de la casa fue que, desde 2007, (12 años antes), tenían una ley que nunca llegó a activarse, mucho menos a desarrollarse o actualizarse. Tres cuartos de lo mismo ocurría con los tan anunciados planes de Juventud, que nunca llegaron a aprobarse. A este escenario se sumaban además numerosas mermas de presupuesto y una tónica general de desinterés por la situación de las jóvenes, que no habían tenido espacio más allá de actos puntuales y algún titular grandilocuente. Los problemas de fondo, sin embargo, seguían ahí. Irse de las islas para tener futuro como única respuesta.

¿Cómo retornar el talento joven que había huido de las islas por la precariedad?¿Cómo combatir la temporalidad laboral entre jóvenes?¿Cómo diversificar la oferta ocupacional más allá del sector turístico?

El objetivo a alcanzar para nuestro equipo era claro: lograr, con herramientas reales, un escenario que permitiese a la juventud pensar su futuro en su propia tierra.

Es este el espíritu que nos motivó, desde el primer momento, a elaborar la primera Ley de Políticas, sí, de Políticas de Juventud de Canarias.

Si el método con el que afrontábamos la gestión de la Dirección General era poner a las jóvenes en el centro, tenía que haber una ley que garantizase que una premisa tan básica como esta siguiese vigente en las islas de forma indefinida. Sin importar quién gobernase en cada momento.

Si el día a día desde la Dirección se basaba en dar protagonismo a la juventud, en invertir cifras récord (más de un millón de euros) en proyectos coordinados, elaborados y ejecutados por jóvenes, esta forma de hacer política tenía que convertirse en tendencia. Queríamos que la creación de oportunidades laborales y el acompañamiento, que el aprendizaje sobre la administración y el mercado laboral, que la colaboración entre el tercer sector, la juventud y las instituciones públicas, se convirtiese en patrimonio de todas nuestras jóvenes: las rurales, las deportistas, las migrantes, las de alto rendimiento, las que tienen alguna discapacidad, las que investigan, las autónomas, las extuteladas, las que tienen dificultades para emanciparse, las creadoras...

Así, tras varios años de trabajo colectivo, pandemia mediante, nació la Ley de Políticas de Juventud. Una respuesta tan humilde como ambiciosa a las necesidades de un sector tan importante de la población como este.

Hablamos de una ley valiente y enormemente participada. Una ley de oportunidades y derechos para la juventud, y de deberes para todos los niveles institucionales: municipios y Cabildos también. Una herramienta que compromete el presupuesto y el personal público necesario para que las 8 islas tengan políticas de juventud dignas.

Esta ley es como una casa. Es una ley que pone los cimientos para que las próximas generaciones de jóvenes de Canarias tengan un marco, herramientas y posibilidades.

Algunos aún se preguntarán: ¿a la juventud isleña de verdad le hacía falta una nueva legislación? Lo que hace falta son oportunidades, y por eso nace esta ley: para garantizarlas desde los poderes públicos. Para aportar recursos técnicos, económicos y humanos con los que acompañar a jóvenes. Para hacer planificación, programación y evaluación de actividades, servicios, o formaciones cargadas de valores con las que impulsar y apoyar a nuestra juventud. A toda. Sea la de un barrio de La Palma, la de Teguise, la de un pueblo del norte de Gran Canaria, o la de una zona intercultural como San Isidro en el sur de Tenerife, y además, en todos los tramos de edad. Porque esta ley incorpora una gran novedad: extender la categoría de juventud hasta los doce años, dado que es importante trabajar para y con esa adolescencia que ya entra en nuestros institutos y que tan fundamental es en todas nuestras islas. Más aún teniendo en cuenta que en muchos casos a los 17/18 años comienzan estudios fuera de su lugar de residencia.

Esta ley supone un paso desde las políticas de ocio y entretenimiento hacia políticas de juventud en mayúscula. De las acciones de verano, campamentos de convivencia y demás actividades de educación no formal para jóvenes, que también, pasamos a sumar ahora el seguimiento, la escucha activa, las habilidades sociales y emocionales, el fomento de la igualdad, el respeto a la diversidad, la prevención de todo tipo de violencia, incluidas las violencias machistas, la atención por ejemplo a la salud mental o la educación sexual de las chicas y chicos de todo el archipiélago. El apoyo a sus trayectorias, ya sean en el ámbito artístico, en el del emprendimiento o en el del activismo. Hablamos de un texto que pone el marco para que las próximas generaciones de jóvenes canarios tengan un futuro.

Y si esta ley es posible, es gracias a que existe un enorme equipo de personas que han empujado desde dentro y fuera de la institución para convertirla en realidad. Gracias infinitas: al personal público la Dirección General de Juventud, y de otras administraciones, a las y los profesionales del sector, consejeras y concejales de Cabildos y Ayuntamientos de toda Canarias. Asociaciones juveniles con quienes hemos trabajado hombro con hombro durante los últimos años. Al Consejo de la Juventud de Canarias, con voz propia, al Consejo de Políticas de Juventud, que funciona por primera vez, y a las universidades públicas. Es un honor gigantesco poder agradecer como Directora General de Juventud, y también como joven, a todas las personas que han hecho posible la primera Ley de Políticas de Juventud de Canarias.

El camino que se inicia con su aprobación no estará desprovisto de nuevos retos, situaciones que afrontar y de las que aprender. Pero hoy Canarias cuenta con una herramienta de enorme potencial con que garantizar a sus jóvenes un futuro mejor.

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