Trail, el retorno de los molinos
Se trata de una zona privilegiada de la geografía insular, que cada fin de semana disfrutan innumerables grupos de senderistas, que en ese día de la carrera constituyeron un inestimable público
Tengo grabado en el corazón un viejo molino en desuso, quizá el más antiguo de la isla, entre los que aún pervive, que levanta enhiestas, ... pese a todo, sus deterioradas ruinas, la canal por donde corriera el agua desde los acuíferos del Guiniguada que, con enorme fortaleza, a velocidad no medida, pero potente, movería sus toscos y pesados engranajes. O la de ese ese molino de agua, también de los más antiguos, que muele gofio posiblemente desde 1517 en el corazón de lo que fue 'la selva de Doramas', allá por Firgas. La misma fuerza que encontré en el interior de un molino de agua en el corazón del Barranco de La Mina, entre aroma de gofio recién tostado y molido, donde la potente y fina corriente de agua bajaba y movía el mecanismo molinero. Y soñé con el regreso de estos tan significativos molinos por toda la geografía barranquera insular. Unos molinos que son santo y seña de una fuerza, de un sentimiento, que nace de los más profundo de la tierra, para deslizarse ágil y veloz por los más inesperados vericuetos de cumbres, medianías y barrancos.
Pero, si, los molinos han vuelto, han retornado en el entorno del municipio de San Mateo, en los senderos que unen sus medianías con los pinares y la alta cumbre. Bueno, lo han hecho en el espíritu de su fuerza, de la inquieta carrera del agua que les llega, de las capacidades que esos manantiales tienen para buscar la senda adecuada, y ser capaces de seguirla por dura que sea. Un halo vital ahora transferido a 'runners' que recorren las tierras a ritmo de trail, ese deporte que se ha enseñoreado de los paisajes grancanarios, y los muestra al mundo en todo su esplendor, a pruebas que son referencia de todo lo que significa este atletismo de montaña. Una bandera de tradiciones y costumbres, como la que representaron estos artefactos hidráulicos, que ha retomado como enseña propia una prueba de 7rail que ha querido llevar como nombre el de Ruta de Los Molinos, y darse a conocer con todo lo que ellos han sido para la isla. No es sólo una carrera que sigue la geografía de antiguos molinos, sino que se adentra en el alma de lo que ellos significaron en este entorno, tanto de la naturaleza insular, como de una cultura y etnografía que ha contribuido a conformar el mismo ser y sentir isleño.
Esta Ruta de Los Molinos, que ha celebrado este 2025, el pasado 11 de octubre, su novena edición, tras pasar por diversos altibajos y recovecos, como los que trasiega el agua desde las minas cumbreras en busca de los molinos, también llega a su destino «como una de las carreras por montaña más destacadas del calendario en Gran Canaria», como han reconocido muchos de sus participantes, que estaban muy ilusionados con retornar a esas bellas sendas molineras, que en esta nueva edición, ahora bajo las manos expertas y efectivas de Arista, ofreció nuevas oportunidades, tanto asentando unas rutas consolidadas de 25 y 13 kilómetros, por las que desde hace meses se veía a mucha gentes disfrutando de entrenos que eran aún mucho más que eso, eran un auténtico gozo para los sentidos, en paisajes donde aromas, aires, rumores del agua, una naturaleza multicolor, como con la oferta de una nueva modalidad de 7 kilómetros, que permite a muchísimas personas iniciarse en este deporte, o a algunos participantes decantarse por una carrera de velocidad vertiginosa, como la que lleva el agua que quiere descender rauda desde cumbres y medianías para insuflar su fuerza a los molinos.
La retomada edición de la Ruta de Los Molinos, en la que no quiere desistir el Ayuntamiento de la Vega de San Mateo, pues se ha instituido ya para este municipio como una seña de identidad muy actual y atractiva, y cuenta para ello con la organización técnica de Arista Eventos, algo fundamental en este tipo de eventos, si se quiere que estén a la altura de sus grandes e imprescindibles requisitos, y que ha merecido el patrocinio de la vice consejería de la Actividad Física y Deportes del Gobierno de Canarias. Además, se trata de una zona privilegiada de la geografía insular, que cada fin de semana disfrutan innumerables grupos de senderistas, que en ese día de la carrera constituyeron un inestimable público, que animaba a los participantes en los más inesperados y recónditos rincones de la ruta. Un aliento impagable para quienes lo estaban dando todo para llegar con éxito a la meta 'molinera' en San Mateo.
En el libro 'Los Molinos de A gua de Gran Canaria' (1988), del Dr. Juan Díaz Rodríguez, se apunta que «no son muchos hoy los molinos de agua que están en activo en la reseca geografía de la isla de Gran Canaria. Sin embargo, años atrás el alegre y refrescante sonido del agua, precipitándose por acequias y barranqueras, se unía al producido por el lento girar de las ruedas de los molinos que trituraban entre las rugosas superficies de sus piedras la harina y el gofio que tantas bocas alimentarían». Pero ahora, tras lo que se vio y se disfrutó en esta renovada edición de la Ruta de Los Molinos, a la que se le augura un magnífico porvenir, ese «alegre y refrescante sonido del agua…», el «girar de las ruedas de los molinos…», e incluso, me dio la sensación, que el mismo aroma del gofio recién molido y tostado, parecía trasladarse e impregnarse en la figura de quienes corrían veloces por esas rutas, que contagiaban la alegría de pinares y barrancos, y exhalaban el cantarín discurrir de las aguas.
En el paso de quienes corrían La Ruta de los Molinos recordé aquellos versos del poeta Antonio Fernández Grilo -el autor de gran parte de la letra del villancico 'Lo Divino'-, que cantan «Sigue el agua su camino / y al pasar por la arboleda / mueve impaciente la rueda / del solitario molino.» El mismo cantar que seguirá convocándonos cada año a este retorno de Los Molinos.
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