Retos virales

Otra opción. Repetir lo anterior, pero con el propósito de reunir monedas de una mayor cuantía. Si se le quiere poner tensión y emoción, con piezas de dos euros y con un tope de tiempo. Como mucho, una pocas horas. Marcarse al menos veinte torres. Y lo que falte, pues no siempre será posible completar el cupo, aportarlo de recursos propios.

Otra posibilidad. Acudir a residencias de mayores, tras antes haber negociado el asunto de modo conveniente y, por supuesto, con el beneplácito de todo el que tenga que ver. Preguntar por personas en situación de soledad y ofrecer franca compañía. De obtener el sí, fácil, protagonizar tres visitas a la semana al menos; para charlar, consolar, reír, padecer y llorar. Hecho esto, de cuando en vez, difundir una grabación resumiendo lo experimentado.

Más. Ir a playas y charcones, zonas ajardinadas, espacios rurales o lo que se tercie. Acudir pertrechado con guantes y muchas bolsas para meter residuos. El propósito, recoger colillas, latas, botellas y cualquier otro desperdicio. A ser posible, en compañía, para ver quién es capaz de eliminar más porquería.

Y si ninguno de estos escenarios gusta, siempre quedará el valor de la imaginación, con tal de que prime el bien común. Bastará con protagonizar retos virales que no acaben matando a un niño de 5 años. A ver si es cierto que se puede ser youtuber sin ser un pedazo de gilipollas.