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Las medidas planteadas inicialmente por Vox no eran para llegar a un acuerdo. Pero en 24 horas cambió. En la extrema derecha optaron primero por la escenificación mediática (era el momento de pedir, de los maximalismos) y que luego sería tarde para ese ruido cuando el candidato popular ya pasara por la sesión de investidura. ¿Cómo después Vox articularía una moción de censura junto a PSOE y Podemos para derribar un Ejecutivo de PP y Ciudadanos? Serán relativamente nuevos en materia política pero esta clave la manejan a la perfección. Y ayer ya hubo acuerdo. Un documento entre los populares y la ultraderecha (el que fuera) que sobre la marcha traslada la papa caliente a la formación de Albert Rivera que tendrá que explicar cómo gobernará con un socio que al tiempo está comprometido con Vox.

Se acabó, de algún modo, la teatralización. Es lo suyo. Saben que en función de cómo resolviesen el tablero andaluz, las opciones de expandir o no esta fórmula al resto del país se vaticinaban. Y los comicios autonómicos y locales de mayo están a la vuelta de la esquina, esto añade presión. Complica las cosas. Si se hubiera producido una repetición de las elecciones, quien más tenía que perder era justo el PP. Y por eso tanto Ciudadanos como Vox, cada uno a su manera, aparentaban una despreocupación sobre cómo se desarrollaban estas semanas para pactar o no. Pablo Casado requiere de poder en Andalucía para aspirar a cotas mayores en el ámbito nacional.

Eso sí, la estridencia que ha causado las propuestas de Vox sí guardan coherencia con lo que han defendido. Su apelación a la ideología de género como si solapadamente llevase un sectarismo que desvirtúa el derecho de igualdad o su afán por desmantelar el Estado de las autonomías, tendrán que plasmarlo de alguna manera incluso a lo largo de la legislatura. Y para eso querían arrancar una voluntad del próximo Ejecutivo andaluz a cambio del voto de sus 12 escaños. Lo que no tenía sentido es que dos siglas pactasen y luego una tercera (Vox) rubricase un contrato de adhesión. Y es aquí donde recae la responsabilidad en Ciudadanos: ¿por qué no ha favorecido un gobierno del PSOE en cuanto que ha sido la fuerza más votada? Puestos a reclamar responsabilidad y sentido de Estado, algo tendrán que decir Rivera e Inés Arrimadas sobre Vox. Sobre todo, si lo de Andalucía se reproduce en breve, pongamos por caso, en el Ayuntamiento de Madrid o en otras regiones donde las tres derechas pueden sumar. Si Ciudadanos tiene que retratarse, por su bien lo mejor es que lo hiciese cuanto antes. Así también le ahorra un esfuerzo a la ciudadanía de cara a saber qué votar en las urnas. Los desengaños, a la larga, salen más caros.’

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