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Román Rodríguez, Ángel Víctor Torres y Elena Máñez. Juan Carlos Alonso
Hablemos de nuestras cosas

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Las venas abiertas ·

«Canarias no puede seguir esperando por el tan citado plan de recuperación ni por ayudas externas. Necesita una terapia de choque y que de verdad llegue al ciudadano»

Martes, 22 de junio 2021, 06:29

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Cada cierto tiempo llega a las redacciones de Canarias un informe en un teletipo. Suele ser un balance estatal, al que se le adapta el primer párrafo para encabezar por los datos del archipiélago y acercarlos a nuestro contexto. Nunca trae buenas noticias: «Canarias, la comunidad con los sueldos más bajos del país», suele ser el titular.

Nadie duda que Ángel Víctor Torres se está enfrentado a la legislatura más complicada en las islas desde que se produjo el desguace autonómico. Ni es necesario volver a enumerar los cataclismos naturales y víricos con los que ha tenido que lidiar en medio de la compleja misión de podar las poderosas redes clientelares crecidas durante los 26 años de gobierno de Coalición.

En menos de un mes se cumplen dos años de su toma de posesión y va siendo hora de exigirle algo más que cercanía y una comunicación transparente. No vale solo con esperar los cambios de semáforo en el nivel de restricciones por la pandemia, porque hay demasiados indicadores que en esta tierra al norte de África hace ya demasiado que están siempre en rojo.

Canarias no puede seguir esperando por el tan citado plan de recuperación ni por ayudas externas. Necesita una terapia de choque y que de verdad llegue al ciudadano. Que demuestre por qué era tan necesario ese cambio de rumbo que cristalizó en 2019 y que debía devolvernos unas fortalezas diluidas por la precariedad secular. En su icónico libro 'Psicología del hombre canario' Manuel Alemán exponía que la «desastabilización psicológica» de las islas tenía mucho que ver con «unos cuadros de referencia económica cuya existencia depende de una fuerza exterior que los maneja». Y aquí seguimos cuatro décadas después de aquel diagnóstico, sin hablar realmente de nuestras cosas. Y lo que es peor, sin resolverlas.

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