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Gran Canaria ha vuelto a ganar

Gran Canaria ha vuelto a ganar

José L. Reina

Jueves, 1 de enero 1970

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Reconozco que iba a dedicar este artículo de opinión a dar las gracias eternas a todos esos valientes que se han dejado la piel y el alma en acabar con la pesadilla en Gran Canaria. Su labor, tan apreciada en catástrofes y tan olvidada en nuestras apacibles rutinas, merecen todos los reconocimientos que están recibiendo, y muchos más.

Esos aplausos espontáneos de tanta gente agradeciendo a cada vuelo de los hidroaviones es una escena de tantas que permanecerá para siempre en la retina.

Luego cambié de opinión, e iba a dedicar íntegramente este espacio a cargar contra los políticos que se pelean en Twitter, a ver quién tiene la culpa del fuego, quién lo ha hecho peor, quién mejor. En definitiva, unos descerebrados que se tiraban los trastos a la cabeza mientras miles de personas dormían fuera de casa, otras tantas luchaban contra el gigante y las ocho islas lloraban al mismo son.

Luego reflexioné, y decidí que este artículo tenía que ir dedicado al papel que están jugando los medios; radios, teles y prensa. Precisamente la prensa ha demostrado su papel fundamental para llegar a los ciudadanos. Tanto en papel como en su edición digital, este medio ha contado el drama sin titulares fáciles, con una veracidad propia del acontecimiento, y con la única labor de que los grancanarios supieran a cada instante lo que estaba pasando, dónde, cuando y cómo. Es en estos dramas, y viendo el pasotismo que han mostrado los medios nacionales, cuando la prensa local se reivindica como el hogar al que acuden miles y miles de canarios para informarse cada día. Es, precisamente en estas catástrofes, cuando uno convierte la redacción en su particular cuartel general, y cuando más orgullo siente por hacer lo que hace. Todo mi reconocimiento a mis compañeros que se han dejado el alma para hacer el grandioso trabajo que se ha hecho.

Pero cuando parecía que definitivamente tenía elegido el tema para escribir este artículo, recibí un vídeo por la noche que realmente me emocionó. Mi querido Pepe Marrero, ilustre hijo del hermoso Valleseco, me envió una escena que todavía sigue emocionando a toda la isla. La Parranda de Teror despedía a los evacuados de Valleseco, timple en mano, cuando regresaban a sus hogares. Los acogidos en la tierra de la Virgen del Pino volvían a casa con la alegría y el calor de esos otros héroes que mostraban su hermandad de ese modo.

Cuando lo vi, me sentí orgulloso de ser canario. Ese gesto tan nuestro, que ni el fuego puede variar. Esa parranda en la catástrofe, esa solidaridad. Solo pude pensar, con una sonrisa en la boca, que Gran Canaria volvió a ganar la batalla.

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