A ver cómo te lo cuento
A ver cómo te lo cuento:«Llegaste aquí arriesgando la vida, pensando que era verdad eso que cuentan del Primer Mundo, donde se da por ... hecho que contamos con unos valores morales que están muy por encima del resto de la media. Sobre todo en los países con una innegable tradición cristiana. A fin de cuentas, si los padres de aquel que llamaban el Niño Dios fueron migrantes que huían de un lado para otro en busca de refugio y cada domingo y fiesta de guardar se le rinde culto por una parte importante de la sociedad, ¿por qué no se iban a mantener esos principios?
Al final, una vez desembarcado y atendido, se te buscó un sitio. Era algo temporal porque habías recalado en un territorio pequeño y fragmentado, lo que dificulta la capacidad de acogida, en especial cuando, como tú, siguen llegando otros que también arriesgan sus vidas para básicamente dos cosas: escapar de algo y buscar un sustento con el que mantener a los que te subieron al cayuco o a la patera. Porque eso no se nos debe olvidar: hay familias que se vacían porque eligen a los que creen que pueden aguantar la travesía simplemente para que sean el sustento de los que se quedan, de la misma forma que hay países que se están quedando sin futuro porque su presente es tan miserable, que nos envían a los que están llamando a garantizar el progreso. Todo eso se supone que también lo entendemos en este Primer Mundo de gran humanidad del que nos enorgullecemos los que formamos parte de él.
Fue pasando el tiempo y no llegaban las soluciones. Este espacio alejado y fragmentando empezó a no dar abasto pero te decíamos que estuvieses tranquilo, que la política empezaba a mover sus recursos para dar la solución. Estuvimos un tiempo intentando que entendieras que no era lo mismo hacerlo por una proposición de ley o por un decreto ley, pero que, en todo caso, no te preocupases, que al final el asunto saldría bien. Y llegó el decreto... pero ahí sigues. Nada ha cambiado a día de hoy... y ya no sé cómo decirte que tampoco sabemos si mañana, pasado o quizás nunca... Por que a ver cómo te cuento que lo tuyo, que son derechos humanos que precisan atención preferente porque eres menor de edad, ha quedado aparcado en un rincón porque los que lo iban a resolver están centrados en unos mensajes, unos archivos informáticos, unas grabaciones, una señora que saca a pasear un perro y unos gritos en el 'sancta sanctorum' de la convivencia política.
En fin, que ya no sé qué decirte. Lo mismo es que no somos Primer Mundo».
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