Tres décadas
Un puñado de actores, cantantes, músicos y tecnicos debutaron con ellos
Me adelanto este año a lo que viene siendo una tradición particular, si entendemos por tradición aquello que se repite con cierta periodicidad. Me refiero ... a la cita anual con lectores para dedicar estas líneas a esa comunión entre el público de todas las edades con los hombres, mujeres, jóvenes, adolescentes y niños que se presentan sobre la escena bajo la denominación artística de Zalakadula.
Quienes acudan a la web del Teatro Pérez Galdós ya podrán consultar las fechas de actuación. Este año será entre el 26 y el 28 de diciembre y subirán al escenario con un espectáculo musical para toda la familia que llega con sabor especial: cumplen 30 años de cita anual y nada como una fecha redonda para celebrar el pasado. Pero sobre todo el presente.
Esas tres décadas han convertido a Zalakadula y sus espectáculos anuales en un semillero de artistas. Un puñado de actores, cantantes, músicos y técnicos empezaron debutando con ellos y hoy tienen carreras más o menos consolidadas. Y todos le deben mucho a ese trío de fundadores que son Antonio Lorenzo, Luifer Rodríguez y Mari Carmen Sánchez, que uno no sabe bien cómo, pero da la sensación de que hubiesen obrado el milagro de que los 30 años sobre las tablas apenas se noten: debe ser un misterio más de las artes escénicas, esa cosa extraña que hace que la innovación tecnológica y las pantallas digitales no hayan acabado con el placer de acudir a un teatro, sentarse en una butaca y compartir con el resto del respetable la magia de una función, esos instantes en que los actores se dirigen a un colectivo que está en la platea o el gallinero, pero donde cada espectador lo siente como si le estuviesen hablando solo a él o como si, por un instante, estuviese formando parte de la historia que se cuenta. ¡Abajo la cuarta pared!
Cuando se ha acudido como espectador en diferentes décadas, se comprueba que hay niños que se han hecho mayores con Zalakadula y acaban llevando a sus hijos. Como quien va al estadio de fútbol a ver a su equipo y traspasa la pasión a la siguiente generación. Eso es absolutamente meritorio y, sobre todo, es de agradecer porque estamos hablando de cultura. Y nada consolida más una sociedad, y en especial una democracia, que contar con ciudadanos que encuentran en la cultura no solo una forma de ocio, sino un pilar de su formación.
Llegados a este punto, renovada está mi particular tradición. Nada me obliga a ello pero dejo constancia de que es de los artículos que más me satisface hacer. Dicen que antes de tiempo no se felicita a nadie, así que respetaré la máxima. Pero recuerden: la cita es del 26 al 28 de diciembre.
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