Compromiso con la salud. Carreras de color rosa, reportajes en prácticamente todos los periódicos, televisiones y emisoras de radios, mensajes de solidaridad en las ... redes sociales... Todo eso y mucho más dejó este domingo el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, pero en esta y todas las enfermedades lo importante es no bajar la guardia los otros 364 días del año. Lo que acaba de suceder en Andalucía es el ejemplo perfecto de cuanto se anteponen criterios economicistas y se deja en segundo término el compromiso con la salud. Si en algo no hay que escatimar gastos es precisamente en lo que guarda relación con la salud. Todos los días, por tanto, deben ser de color rosa.
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Un premio controvertido. Al nuevo Premio Planeta hay que concederle el beneficio de la duda. No es la primera que se juzga a priori una obra sin leerla a partir de prejuicios sobre el autor y tampoco sería la primera ocasión en que el contenido de un libro supera al autor. Mientras llega a los librerías el título ganador, sí que conviene que la editorial reflexione sobre el daño a su imagen que está causando sin mayor necesidad. Resulta cuando menos contradictorio presumir la víspera de conocerse el fallo de la presentación de más de un millar de títulos al certamen y que luego el ganador sea, ¡oh casualidad!, un tertuliano contratado por el grupo mediático de la propia editorial. Más aún cuando no es la primera vez que sucede algo así, con el añadido de que el precedente de lo ocurrido con Sonsoles Ónega ya resultó sonrojante en el mundillo literario. A eso hay que sumar que las declaraciones de Juan del Val tratando de separar la literatura comercial de la que gusta a la crítica no le hacen ningún favor a la lectura... ni a sus propios seguidores. Menos aún a los que, no siendo lectores suyas, pensaban serlo con la novela ganadora. La literatura está repleta de grandes autores y novelas excepcionales que llegaron al gran público, de manera que trazar esa frontera es innecesario. Todo el mundo tiene derecho a equivocarse, pero aquí se suman dos errores: de la editorial y del novelista.
Una excusa en Gaza. En la tradición hebrea, la cultura del entierro es sagrada. Por eso mismo Israel insiste en recuperar los cadáveres de los rehenes fallecidos en Gaza. Otra cosa es usar eso como excusa para quebrar el alto el fuego. Cuando se ve gran parte de Gaza reducida a escombros, no cabe otra que tener presente que bajo esas ruinas también hay miles de palestinos que no han sido velados.
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