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Éxito turístico. Los datos conocidos el pasado viernes reflejan que España es una de las primeras potencias turísticas del planeta. No es fácil llegar a esos dígitos en la llegada de visitantes extranjeros, unas cifra que confirman el fin de la estacionalidad y que reflejan, ... de paso, cómo la oferta alojativa se ha incrementado. Lo ha hecho básicamente a costa del auge del alquiler vacacional pero luchar contra el signo de los tiempos es un ejercicio inútil que solo conduce a la melancolía. El reto es mantener ese flujo, conseguir que el turista no se convierta en un incordio para el residente y que las cifras de ocupación y de facturación empapen al conjunto de la economía y a toda la sociedad. En esto último hay mucho que avanzar y esconder la cabeza bajo el ala no es la mejor solución. Al contrario, solo sirve para disparar el descontento ciudadano.
Seguridad en un sistema de libertades. El atentado de Nueva Orleans y la posterior explosión en un coche a las puertas de un hotel de Trump han reavivado el miedo a los llamados 'lobos solitarios'. En un país donde rigen las libertades, es evidente que siempre hay rendijas por donde se cuelan los desalmados. Convivir con ese riesgo y esa inseguridad no es fácil pero hay que asumirlo como uno de los peajes a pagar a cambiar de mantener derechos y garantías jurídicas. Si queremos dar pasos hacia atrás, pues que cada uno se manifieste en las urnas, que no faltan precisamente partidos que defiendan ese retroceso. Otra cosa es la necesidad de que los servicios de seguridad de los diferentes países se tomen en serio la necesidad de compartir información y acabar con los compartimentos estancos. Y si eso pasa por ceder varios milímetros en soberanía, bienvenida sea la cesión parcial.
El lío del Barça. El Fútbol Club Barcelona llegó a ser, en expresión de uno de sus expresidentes, «más que un club». Pero ha llovido mucho desde entonces. La deriva económica de la entidad ha quedado patente estos días con las desventuras para dar de alta a Dani Olmo. Estamos hablando de uno de esos futbolistas españoles que tuvo que salir fuera para que se reconociera su valía y que en la selección ha brillado, contribuyendo al éxito en la última Eurocopa. La Liga española gana mucho si Olmo finalmente puede seguir jugando aquí, pero también es incuestionable que llega un momento en que las reglas financieras deben ser iguales para todos. Si no, se acaba la esencia del deporte.
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